miércoles, 23 de septiembre de 2020

Censurar al escritor, censurar la inspiración

 

Decía un amigo...

¡Todo es sensualidad!

Y en mi entendimiento puedo agregar...

¡Todo es como un cuerpo de mujer!

Y no es porque sea un libidinoso empedernido o irrespetuoso. Que quiera convertir mis pensamientos en letras, inspirado acaso, en un recuerdo, una anécdota, una mirada fugaz, un relato de alguien que se enamoró perdidamente o mis experiencias pasadas.

También confieso que me gusta contemplar las fotos del universo. Esas galaxias que por millones hay ahí afuera, esas estrellas lejanas que por la noche brillan o bien los colores de una nebulosa generadora de estrellas. Maravillado de comparar la cita bíblica de las moradas del Padre. Extasiado de soñar despierto.

La vida la hemos vivido, hablo en plural porque seguro estoy que nadie escapa de ello, no somos rocas establecidas para siempre y creo que ni ellas. Poco a poco, grano a grano se van se van esfumando del lugar donde estaban. Quizá parar en una playa donde las olas del mar les darán movimiento, tal vez en un desierto para ocultar los seres vivos que lo habitan. Tal vez se integren en una fruta desprendida de un árbol y después sea saboreada por una hermosa mujer.

Esa que sus manos se mueven como mariposas de colores, aquella que hilvana tejidos de sueños cercanos a mi mejilla, la que una vez besé y que desde entonces recuerdo lo dulce de su beso. Pero fue el único, se fue, partió lejana, dejando tras de sí los suspiros de este tonto enamorado.

Desde niño me gustó leer, no fui bueno en el estudio lo confieso, no como me hubiera gustado, sin embargo, las letras me llegaron, escribía poemas para novias que nunca supieron que lo eran o cartas de tristeza por su desinterés de mi amor inexpresado.

Gran descubrimiento fue, cuando por fin acaricié una hermosa piel de mujer. Después se volvió vicio. ¿Está mal que lo diga?


Con ese vicio, vinieron amores, amigas, cercanas y lejanas, hoy les escribo. De algunas conservo su recuerdo, trato de plasmar ideas de lo que pudo ser y que nunca ocurrió. Pero en este soñar despierto me excedo, imagino que revoloteamos al sol entrelazados, no pongo sus nombres para no ofender, les muestro mis ansias, ya viejas, que deseo expresar antes de mi viaje final.

¡Vendrá este viaje!

En alguna parte del universo también hay quien desea que no lo exprese, desea que mis letras sólo sean para ella quizá. 

Hace mucho, tuve un amor, un amor apasionado, al principio se veía hermoso, por alguna razón se convirtió en un infierno. Cuando empezaba a declinar, cierto día ella fue a mi casa, se puso a ver mis libros de escuela y en una página encontró un corazón dibujado y con el clásico "Petra y Juan" 

Esa fue la razón por la que se levantó, buscó una pluma y empezó a grabar su nombre y el mío en cada hoja, de cada libro, en un frenesí inexplicable. Hasta que se cansó. Mas tarde, al llegar a casa, me dijeron que había ido y que estuvo haciendo eso. Hoy los libros ya no están, se fueron a habitar una biblioteca y jamás he vuelto a leer sus corazones de posesión.

He sido hasta cierto punto libre, he tratado de tomar mis responsabilidades mundanas y con mis letras he logrado escapar de ello. Crear un mundo donde nada me afecte, nada violente mis sueños que aún conservo. Ya sea en esta vida o las que sigan, si es verdad eso que el maestro Jesús decía. Y si no, entonces lo habré vivido como me satisfizo, lo habré vivido inexacto, imperfecto, lleno de errores y criticable.

Hay quien piensa que puede ser una tontería todo esto, pero ¿quién no hace un balance de las cosas y encuentra todas sus equivocaciones? 

Por eso, no me voy a censurar, seguiré escribiendo a esa novia que se fue, a ese amor inexpugnable, a esa mujer de ojos grandes y dedos largos, a aquella de pies perfectos, a la que me dio el tercer beso o la que nunca le dije nada. Porque censurar al escritor, aún con sus humanos defectos, es censurar a la inspiración.

¡Quién atrapa al viento!

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 23 de septiembre de 2020

 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Así lo viví

Vivir de nuevo, recordar lo realizado, traer a mi memoria los actos míos.

Suspirar en mi soledad, ver su rostro en fotografía, con esos ojos grandes hermosos que me envolvían cada día, que me exigían estar a su lado para que no mirara más, que no buscara a otro porque juntos éramos todo, lo necesario y suficiente.

Junto a ella volaba, sólo rozar su piel o sentir sus besos, estar en lo oscuro de una habitación y encender todo para ver su desnudez, su piel brillar. Movernos como uno solo en ese concierto que era nuestra música por interpretar.

Algunas veces olvidaba sus pies por concentrarme en succionar su esencia o su mal besar y que los sonidos distantes me hicieran cerrar los ojos.

Su grito de ¡ya por favor!

Y así romper el baile de abrazarla, subir lentamente por su cuerpo, acomodar mis sueños entre los suyos, desandar las noches, las tardes, las mañanas, al final cenarnos todo. Dejar los platos vacíos, la mesa sin levantar, para juntos lavar los pecados que habríamos de cometer.

¡Oh, Dios! Perdona mi franqueza, pero sí quisiera otros momentos así antes de partir, antes de dejar la vida, abrazarla sin miedos y sí dejo la vida, entonces dame la oportunidad de encontrarla nuevamente en una de las tantas moradas que prometiste, para poder tener ésa vida, ésa que tanto me hizo soñar.

Y no es una canción. Así lo viví.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 21 de septiembre de 2020


martes, 15 de septiembre de 2020

Relatos en honor a Lope de Vega

     

Una vez soñé que hacíamos el amor y tú eras virgen. Con tus manos tomabas mi cabeza y me besabas. Fue linda una sesión con horario definido...

           No es casualidad que te ame. Siempre lo hicimos así. Mi boca tiene ya el sabor tuyo.

          Tu olor se ha impregnado en mí, sé que pasará el tiempo, pero estos besos nunca los olvidaré. Me besas mi cuerpo y descendías...

          Un abrazo y te digo que soy tuyo, pero no me atrevo a despedirme.


           No tienes idea de cuantas cosas quisiera escribir de lo que hemos vivido. Me censuro, aunque hoy leí a Lope de Vega quien hace trescientos años escribía sus poemas cargados de erotismo y eso que sólo pensarlo era prohibido, la inquisición perseguía la lascivia, el pecado carnal y en la oscuridad de sus celdas los monjes, curas, monjas y beatas, complacían sus excesos y pasiones.

          En un rincón oscuro, una doncella recién enclaustrada, dejaba sus lágrimas salir y sus ojos azules como el mar, mostraban su larga tristeza.

          Una voz ronca exclamó. Bocato di cardinale y la frase quedó acuñada para los siglos de lujuria despertada desde el Vaticano. Aunque ahora digan que se refiere a la comida.

Soneto

Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;

Lope de Vega



          Recuerdo esa noche que me fui a trabajar, me deslicé lentamente de la cama sin hacer ruido, no deseaba despertarla.

           Él ambiente estaba frío, la humedad y el viento permitían usar un cobertor para calentar el sueño.

          Le di un beso suave a sus piernas blancas, a sus nalgas tibias. Según yo, no iba a molestarla e importunarle, pero no pude contenerme ante tanta hermosura, contemplar ese paisaje hecho cuerpo. De inmediato me despoje de mi ropa y me introduje a su lado, cual vil ladrón en la cama, la abrace para muy lentamente frotar mis piernas con sus piernas. El tibio calor de su cuerpo se transfirió al mío en ese intercambio adiabático que tiene hacer el amor.

          La humedad se hizo evidente, se estableció la conexión mutua y ella, como despertando de un sueño para continuar otro, acomodó su cuerpo para permitir la unión entre los dos.

          ¡Ola amor! ¡Hola, amor!

          Ola que viaja sobre la superficie, siempre dispuesto a recibir tu espuma aquí en mi playa. Y por debajo a contracorriente, la fuerte resaca de mi pasión que trata de abarcar todo tú océano de ternura y caricias.

          ¡Báñame! Ya sabes cómo. Ya sabes cuánto.

          ¡Hola! Así en cada instante, como si fuera el primero como cuando le conocí. Extendiendo mi mano, tratando de interpretar sus miradas. Ante lo escaso de su voz.

           «Súbete en mi cuerpo» pensaba, cabalga con tus olas incontenibles. Mójame abundante como aquella tarde sorpresiva, recibir en un impulso su deseo para convertir el acto con serpentinas, piñatas, silbatos y cantos.

          Ese día descubrí la felicidad en una fiesta sorpresa.

          Estabas sumamente excitada, tus piernas fuertes perfectas brillaban en medio de la noche. Afuera la luna llena nos convertía en lobos y éramos el uno para el otro. Los ruidos en la calle eran escasos y el barrio donde vivían dormía. 

          Despertaban para realizar su rito de dos o tres veces por día. Sentada con las piernas abiertas recibía el dedo misterioso, curioso de su amado, quien también cerraba los ojos ante la acción. ¡Es que no sé besar! Decía y su garganta lo confirmaba. 

          Súbitamente se pararon y sin mediar palabras, se dirigieron hacia la puerta, quedando ella sosteniendo sus manos sobre la pared y abriendo el compás de sus hermosas piernas, largas, fuertes, ofrecía su cuerpo, la puerta se abría. Y así fue, el efecto de los suaves besos torciendo su cuello para corresponder a las mordidas en su cuello. 

          La excitación al máximo y en el frenesí todo ocurrió.

          ¡Ay! Alcanzó a escuchar el loco sudoroso, quien con los pantalones abajo, se sorprendió de esa visita tan inesperada, no lo esperaba, pero fue un descubrimiento delicioso esa noche, los flujos calientes fueron abundantes, el corazón les latía intensamente y su entrega era un regalo para la luna. 

          Y así fue por mucho tiempo, por muchas lunas, no había un día más, porque ellos sólo vivían para las lunas.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 15 de septiembre de 2020

 

 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

¡Ven!

 

Vi el rayo caer sobre la montaña un día de su erupción, desde la carretera a mi izquierda, en un viaje a la gran ciudad ya casi por caer la tarde. Don Goyo se estremeció. 

Anduve por los caminos tropicales donde la selva te abraza y el calor te abrasa, en estos días de sol que te lo recuerdan, añoraba la montaña. el clima templado, su bosque de pinos donde muchas veces dormí sin dejar que el fuego se terminara y alimenté la fogata con más leña hasta despuntar el alba, era hermoso ver salir el sol también así, contemplar los valles, moverse la neblina, insectos diversos. 

Sentir ese viento helado sobre el rostro, ver cómo tus mejillas sonrosadas te delatan que tienes frio. Y con el calor de mis brazos que te reconfortan.

Es invierno aquí en el norte.

¡Ven!¡Hagamos el amor en medio de los saguaros o de los nopales o de cactus, que importa, experimenta la libertad de amar, ¿a quién le avergüenza tu desnudes o la mía? 

Así te conocí, así te acepté, así te tomé de la mano y te dije…

¡Ven!

Nota: En algún lugar del norte de México en invierno. Ya casi cercano nuevamente.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 9 de septiembre de 2020

 

Dejar huella

 

A veces la vida te golpea, crees que eres indestructible pero el tiempo poco a poco ha ido corroyendo tus facultades. 

Ocurre un fenómeno diferente con la mente. 

Esta se encuentra casi igual siempre, quizá algunas pequeñas diferencias logradas por tanta dureza de la vida, quizá por aprender de otros que insistentemente te dicen lo que se debe de hacer. 


La mente sueña, vuela, explota, lo mismo de niño que de anciano, sin embrago, los movimientos restringen la acción. 

Y eso no quiere decir que no se pueda. A pesar de todo, uno debe seguir, continuar, buscar las metas, luchar por ellas, batirse de frente con la vida, hasta que un buen día, el aliento final se escapa, los ojos se cierran, la mente se va a su viaje de retorno, de nuevo al hogar de donde vino y el escuchar se apaga, dicen que es lo último que se apaga. 

Aquí, la vida continúa, se expande con los que se quedan.

Quizá en el viaje pensemos, si así se puede decir. ¡Ojalá se hubiera logrado más de amor, de compasión de libertad, de ensoñación, de compartir, de amar a lo loco, de tener sexo y poner el alma!

Ojalá que todo ello, haya valido este viaje. Un hermoso viaje, a pesar de tanto desatino, pero ¿qué tal los aciertos? 


Fue maravilloso haber conocido ese amor, esa pasión diaria, esa expresión que se integra cuando dos almas se entregan, conociéndote más, conociéndome tú, ese intercambio de expresiones del diario compartir y que repito algunas veces como si fueran mías y que con sólo hacerlo… pienso en ti.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 09 de septiembre de 2020

 

Como Benedetti

       Te quiero bonita      Te quiero bonito      Te quiero dulzura      Te quiero con el alma      Mi corazón pierde el ritmo      Pierdo ...