Ayer, me preparé para robarte.
Hacerle al ladrón.
Deseaba llevarme una mirada tuya, de esas grises que brillan desde tus ojos.
Contemplar el rosa de tus mejillas, lo ensortijado de tu pelo, también con tonos grises de sabiduría.
Terminar purgado la sentencia, ante tal delito, de saber que el tiempo pasó, que quizá no haya más oportunidad.
Sólo quedará la nostalgia de vernos, aunque no lo creas, cuando asomes por tu balcón a contemplar una mañana en primavera, donde las mariposas multicolores, esas que tanto te gustan, se posen sobre cada flor de tú jardín. 
Ahí te observaré.
Además, sustraeré sonrisas cuando regreses al mar en nuestro océano y aquella playa de donde saliste a tomar el sol.
Ver ese atardecer, con el sol a tu espalda y emerger a lo lejos, una solitaria nube gris, esa que se aleja para depositar su agua en medio del mar.
Habré vivido tanto que sé que con poco llenaré mi alforja de escritor.
Eres mi admirada y amada amiga. Recuerdo tu timbre de voz, así se creó todo.
Tus sentencias casi bíblicas llenas de sabiduría.
Te extrañaré hasta la próxima vez que te vea.
Contigo para qué veo estrellas, con sólo ver tu rostro, ahí las veo a todas ellas.
Eres mi amada amiga.
A. R. Barrios
Veracruz, Ver. Febrero de 2022
