Hay veces que quisiera
escribir como Saramago. Romper todas las reglas ortográficas o no respetar nada
de eso. Denunciar elegantemente este circo mundial donde abundan los ciegos y
traidores, los duplicados del engaño.
Pero desisto de la idea.
Estoy seguro de que Don José se sabia todas las reglas. Ese era su estilo de
rebelarse de esta esclavitud.
Nadie se da cuenta pues
viven en grandes ciudades hacinados. Tienen comodidades que pueden adquirir con
el dinero que cobran por su trabajo. Viajan de un lado a otro acompañados por
su soledad y sus miles de pensamientos sin sentido, arreglando el mundo o
escuchando la radio donde un sujeto que no conocen, les modifica o manipula su
conciencia.
Después de un día extenuante
regresan a casa donde crean un castillo de ilusión, de cosas que o ideas
preconcebidas y que al día siguiente desaparecen en medio del tráfico.
Existen y transitan de un
lado a otro.
Algunos quieren romper las
cadenas que los atan, virtuales ahora, pero sus actividades los vuelven a sumir
en la cotidianeidad.
¡No tienen escapatoria!
Eventualmente, por tres días,
una semana o quince días, los liberan y corren despavoridos a la playa, los de
las grandes ciudades o la montaña los de la costa. Un cruce sin cesar en búsqueda
de nada. Vidas vacías sin sentido alguno.
Quizá la vida no tiene
sentido.
Van por los pueblos y
ciudades tirando su inmundicia, después se unirán a una campaña ecológica para
limpiar al mundo. En esta era de la estupidez.
Hacen alarde de comer
vegetales y no comer carne, por la noche se pierden en la oscuridad del alcohol
y entran a los antros a consumir drogas. Justificándose después ante cualquier
critica de que el café y la cerveza también son droga. Tienen cerebros
extraordinarios donde sus neuronas se conectan con la biblioteca mundial y
saben hacer todo, pero no dejan la mugre de su droga letal.
¡Piensan que eso es
libertad!
Los más viejos, se
distraen con las noticias y con ello se creen eruditos de la política. Cuando en
toda su miserable vida jamás se atrevieron a luchar o expresar una ideología.
Mansos borregos aplanados de culo por treinta y cinco años. Otros corriendo por
tener utilidades hasta se olvidan de si mismos. Un buen día les alcanza el tiempo
y se dan cuenta que ya no hay tiempo.
¡Jamás tuvieron un cargo
público!
Jueces inútiles de los
que si gobiernan y que nunca los conocerán. Se cobijan con otros que dicen
pensar igual y hasta pelean con sus amigos por diferir de esas ideas. Ambos
están equivocados.
¡Nunca ven al tuerto que
los conduce!!
Toman como real al payaso
que comenta o al que fabrica las noticias. Manipulación consentida.
Es una tortura para estos, llevan siempre la angustia de tener la razón.
Su vida tan corta, desean
trascender y en su desesperación, se agitan, convulsionan, pero no saben qué
hacer.
Hoy revisé mis cuentas,
noté que no tengo ni para comer.
Con la edad me cuesta más
trabajo desarrollar mis actividades. Mover mi cuerpo. Cada paso es un dolor
agregado.
Esto lo digo no para
crear su compasión o su misericordia, no importa eso. Ya me acostumbré al dolor
de 24 horas. Un día es un dedo, otro el pie, después la espalda y por la noche
los hombros. Nada se puede hacer…
Solo el amor del que
estoy consciente. Ese que siento por la inmensidad del universo, el milagro de
la naturaleza, las estrellas infinitas, la vida de mis amigos, las palabras de
mis hermanos, el silencio de los que no veré más y que espero encontrar en otro
mundo de los muchos que dicen tiene el Padre celestial.
Un amor que llevo dentro,
Es mi escudo y protección. No lo entenderían los que juzgan. El amor de mis
amores viejos y que ahora son mis amigas amorosas y que me cubren de paz con
sus buenos deseos. Con su caricia en la mañana, una llamada telefónica o un
mensaje sincero.
¡Si, así siento estar
liberado!
Cada día poseo menos
cosas, es la primera parte del desapego. Ya entendí qué sigue. Quizá llegue la
iluminación.
Una noche de estrellas,
platicada, quizá con unas cervezas de más, en tranquilidad del campo. Su hombro
me ayudó a levantarme de la silla. Eso es amor, un amor distinto que no conocía
y que no pide nada.
Antes de dormir tomé un baño,
las gotas cayeron sobre mi cuerpo tibias, el polvo del día de trabajo se
resbaló y el perfume del jabón hizo el resto. Relajó mis músculos. Sequé mi cuerpo,
me vestí en pijama y me dispuse a dormir. Era ya muy tarde, quizá de madrugada.
El cinturón de Orión se había movido ya sobre mi cabeza.
Con el baño el efecto de
la cerveza se diluyó y cansado entré en mi cama. Porque afortunadamente, tengo
cama y no una banca en un parque. Un día escapé con cincuenta pesos.
Estuve, durante el día
construyendo unos muros y una base para colocar un tanque calentador de agua.
Cada movimiento de mis manos era un dolor. Al escribir esto es igual para mis
dedos. Son punzadas intermitentes. Sé que cada vez será más complicado realizar
trabajos manuales, hasta escribir. Por eso tengo prisa.
Extraño a mis amigos,
hace mucho que no los veo. He visto a dos o tres, y cuando ha sucedido así, se
alejan tres pasos por temor a la infección de un virus extraño que estudió cómo
eliminar enfermos. Los que padecen cosas cardiacas o diabéticas corren más
peligro. Un invento magistral para no cargar con los esclavos que ya no son útiles.
Además de eliminar la responsabilidad de pagar las pensiones por tantos años de
vida, si es que son longevos.
¡Muchos de han marchado!
Quizá me atreva a
escribir sus nombres para que al menos durante un tiempo, en la red o la nube
sus nombres sean recordados. Esclavos del consentimiento. En cinco años nadie
se acordará de ellos. Sus nietos preguntaran cómo eran, otros expresan su
ignorancia. Sus trabajos nadie los sabrá. Y en diez años su tumba será un espacio sin flores, solo yerbas y abrojos creciendo alrededor de la tumba o bien
sus cenizas habrán volado a ninguna parte.
Los que viven se
contentan con ir cada mañana al café, discutir los mismos temas, comer las
mismas viandas. Y eso que ya están liberados de la esclavitud. Algunos no tienen
ni idea de por qué siguen aquí. Pasean al perro, poseen colecciones de autos,
casas lavadas y blanquecinas, otros pelean su existencia ante enfermedades,
otros apendejados no sabemos ni qué hacer.
Se ponen a cuidar a los
nietos, como si fuera una actividad sublime. Para que en quince años se den cuenta
que los nietos crecieron, se fueron, se enamoraron, se casaron y ya ni se
acuerdan de ellos. Un simple sillón reposet de regalo para que el abuelo
suba sus pies, tal vez.
Y no porque sean egoístas.
Fueron educados para ser esclavos económicos como sus ancestros. Estudia para
que tengas un buen futuro. Mientras el futuro siempre es el mismo. Los continentes
atiborrados por gente que padece su propia cadena y la besa para no perderla.
Todo por los
hijos, dicen que fue por amor. Un amor condicionado por lo económico, amores
prostituidos. Si me amas te amo. ¡Eso no es amor!
¡Todo lo que enseñaron
fue a ser esclavos! Con la idea de la libertad de ganar el pan con el sudor
de su frente, pero sin que alcance.
Las letras mayúsculas en
su acta de nacimiento y los números en rojo son para dar validez al acta de conocimiento
de embarque, de su nacimiento, y así los amos del mundo tengan un control sobre
cada esclavo que camine sobre la faz de la tierra. De ahí tanto problema para
emigrar, tanto requisito, tantas trabas para aquellos que desean una vida mejor.
Pero…
Caen en ese otro país en lo
mismo y más sofisticado en los países desarrollados.
A los amos no les gusta
el desorden.
Ese número rojo en su
acta de nacimiento determinará el futuro de cada ser. Ahora el reconocimiento
facial y las calificaciones de buen ciudadano serán impuestas.
¡Bienvenido este mundo
feliz! ¡Brave New World!
Desprenderse de todo. El
desapego. Cuando ya no importa nada. La eutanasia, como Delón. Aburrido de lo mismo,
sin esperanza de ver lo lindo. Le vendieron la fantasía del cine, del glamur
y la fama. Quizá se perdió de otras cosas.
Aquí en mi rincón de dos
horas de no hacer nada, pensando que hoy un amigo se liberó de su cuerpo. Buen
tipo, buen amigo.
Me sujeto de árbol para
superar un mareo.
⎻
«Descansa
hijo, ya falta poco». Me dice mi intuición.
Quedan pocos afectos,
espero merecer la iluminación.
En este dialogo interno de
la loca mente. No para.
Me convertí en un
perdedor. Perdí la esposa, los hijos, la casa, el auto, la profesión. Falta
menos.
Y tendrán envidia de los
muertos al ver las cosas que sucederán. Decía Nostradamus.
Aquellos excepcionales
que nos quisieron ayudar. Otros que difieren, vociferan, se inconforman. Se
exhiben en su pensamiento desnudos ante la gente, ante la matrix y esta
los califica, denosta, castiga y si no se alinea…entonces lo matan.
Tampoco les agradan las
rebeliones a los amos. Debes ser dócil. Aquellos que se rapan, se embriagan, se
muestran rebeldes, reparten bofetadas, que desean cambiar el destino de la
gente, aquellos que denuncian los excesos de los vástagos de la elite, etcétera.
¡Esos son eliminados!
Llego al final, espero no
morir de hambre. Aunque más me angustia matar mi dignidad.
Tomaré un fresco baño, el
agua fría, agradable después de un día de trabajo, caluroso y bajo sus rayos.
El sudor moja totalmente mi ropa, hasta los calcetines. Lavar mi cuerpo antes
del descanso.
¡Eso es felicidad!
A. R.
Barrios
Abril
del 2022. El Texar Station County, Medellín de Bravo, Ver. México