jueves, 31 de diciembre de 2020

RESPUESTA A UN MENSAJE DE AÑO NUEVO

 


¡Pasu! Que hermoso leer lo que me dices.

Pensaré qué decir. Un año complejo, no me gusta decir bueno o malo, aunque lo eventos fueron difíciles.

Trataré de llenar mi alma de amor y bondad, aún con mis defectos y debilidades, buscaré la verdad y la iluminación. Daré cuanto pueda y tenga, intentaré mis pequeños sueños y los grandes quizá los haga pedazos pequeños, tal vez logre alcanzar algunos más.

Corresponder a mis hijos, mis amigos, hermanas, sobrinos, todo aquel que permita mi cercanía. Dar lo mejor de mí, en la medida de lo posible, saber que lo realizado siempre fue lo mejor.

Después de eso, no hay más allá.


Para ti, tú y tus amores, mis cercanos amigos que siempre amo, que el Creador les de salud, les cuide, los apoye en sus sueños. Que la vida les presente siempre lo bueno y bondadoso y esto les suceda cada día. Aún faltan días raros, que tengan fuerza para eso por venir y que siempre salgan victoriosos de este enfrentamiento con la oscuridad.

Con amor todo es posible, ese amor irrestricto, entregado y sin condiciones para que así no se vuelva amor prostituido o de conveniencia.

Y que lo pasado, se vea como aprendizaje sin torturas. Ese ni Dios lo arregla.

No llevar equipajes de rencor o sentimientos de dolor, esa es una carga muy pesada. Cuando eso haces, al sacarlos, es tanto el veneno generado que terminas inmerso en él.

Darle un masaje al cuerpo y a la vida. Sacudirse el polvo y decir… ¡Vamos pa´lante!

                                                                                     Alguien amado me dijo recién, que soy un incongruente, como si la vida fuera una pista plana, lisa, llena de flores, canciones a cada paso. Entiendo su dolor y su enojo, tiene libertad de expresarlo. Seguiré intentando llenar mis huecos con cosas buenas, perfeccionar mis valores y derrotar mis debilidades. Entiendo que hay gente perfecta, aunque yo no estoy ahí.

                                                                                     Así que, nuevamente, ¡Vamos pa´lante! Aún quedan cosas por hacer. Gracias Dios por la oportunidad de saber que puedo intentarlo hoy he visto el sol.

A.R. Barrios

Campeche, Camp. 31 de diciembre de 2020                  

 

jueves, 24 de diciembre de 2020

MI HERMANITA Y LA FELICIDAD

 

Sus risas se escuchaban al inicio de la noche frente al televisor. Contagiaba escucharla.

Desde su nacimiento presentó un síndrome llamado sincretismo, algo parecido al síndrome Down, su edad cronológica ahora es de 63 años, su expresión mental es de 5 años a lo mucho.

Nosotros que la vemos, que compartimos con ella, nos asombramos. Pensamos que no es capaz de muchas cosas pero, por ejemplo, marca el teléfono y hace llamadas de larga distancia (por aquello de la cantidad de números que marcar) , también se conoce todos lo actores y personajes de la televisión.

Recién pidió una muñeca de navidad, por cierto, le llegó antes, estos niños son preferidos de Santa y los Reyes. La bautizó como “Valentina” nombre que tomó de un personaje de la telenovela de moda. Se enamora también, dice que el presidente del país es su novio. Sin comentarios. Sus gustos los tiene.

Anoche la observé, le escuché sonreír, carcajearse, con un programa viejo, repetido, de comediantes. Chistes tontos, si quieren, una y otra vez reía, me contagió escucharle, esa hermosa sencillez de la sonrisa, sin necesitar, ni vanidad.


La habitación improvisada, de día sala, de noche habitación, los minutos transcurrían y ella continuaba atenta al programa.

El verdugo verrugo, apareció repartiendo latigazos a los reos de un castillo imaginario.

Apareció entonando su canción: Yo soy el verdugo verrugo, porque soy muy malo, muy malo…

Y ella, entonaba la canción también, en medio de sus risas, el pelotazo en el rostro de uno de los presos que colgados de la pared, resistían los latigazos de este personaje absurdamente gracioso y que divertía a mi hermana.

Poco a poco, disminuyó el programa, hasta que llegó a su fin, me observó como esperando algo. Le dije que apagaría el televisor pues había terminado su programa que esperó todo el día. Conoce el horario y el día, no se lo pierde. Tendrá que esperar otro día, la misma hora, para hacer aparecer la magia de su sonrisa, de sus carcajadas, de su inocencia, de su felicidad.

En esta noche previa a la noche esperada por la humanidad, después de un año que también fue como la noche, donde los que gobiernan al mundo se pusieron de acuerdo para sumirnos en la oscuridad de sus anhelos perversos y nosotros tuvimos que esperar, como mi hermanita, un largo año, para ver si el programa que nos quieren pasar, por fin nos deja disfrutar de algo tan simple como la felicidad.

Poder abrazar a tus amigos, a tus amores, regalarles una flor o una sonrisa, soltar la carcajada sin temor a que estés chimuelo o tengas una dentadura perfecta de ortodoncista caro, sonreír sin más requisito que sentir que te tiembla el abdomen o reír hasta las lagrimas porque tu amiga te dijo una tontería. ¿A quién le importa de qué fue?¡Solo ríe! Una y otra vez, ¡vamos, hazlo! Tal vez eso les incomode a los perversos, a aquellos que se solazan escondiendo la felicidad, prohibiendo los abrazos, las reuniones de más de seis o de más de diez, por aquello del virus, pero también por aquello del control humano.

Ellos tienen todo, poder, dinero, lujos, buena vida, pero no tenían el control, ahora lo podrán tener.

Programas sofisticados reconocimiento facial, para identificar a cada ser humano por toda la faz de la tierra, control de lo que opinas, vigilar que no hables mal de ellos so pena de castigarte en las redes sociales por 24 horas y si reincides suspender tu cuenta. O enviarte a un campo de concentración para tu adoctrinamiento. Porque algo debes perder en tu insubordinación. Tu sabrás si lo permites.


Porque pueden llegar al extremo de querer controlar hasta el nivel de felicidad, esconderla a esta o bien suprimirla. En un mundo donde el verdugo verrugo, es malo, muy malo, y entonces la oscuridad se establezca como premisa de una vida llena de seres que prefirieron ceder su libre albedrio a una pantalla de TV donde los noticieros repiten los mismo como mantra gobbeliano hasta convertir en verdad cualquier patraña.

Esta noche te deseo seas feliz, úsala, exhíbela, sonríe, deja atrás lo que te acongoja, abraza, no temas, ama sin condición, lo contrario es prostitución, entrega tu amor, ten bondad, compasión. Después de todo el maestro Jesús eso nos dejó.

Con amor para todos a pesar de que todo parece lo contrario. O sonríe como mi hermana que solo conoce la felicidad a carcajadas sin importarle lo que otros puedan opinar.

A.R. Barrios

Campeche, Camp. 24 de diciembre de 2020

lunes, 14 de diciembre de 2020

Panchito y su primer amor

 

¡Cállate, te van a escuchar!

A pesar de la advertencia, el catre sonaba un poco, los hilos de henequén se estiraban al máximo pues el peso de ambos les hacía crujir. Como un lamento del más allá en el más acá. El pasillo a oscuras, la noche tibia. La energía eléctrica en el pueblo aún no llegaba a todas las calles. Se usaban velas.

Hicieron el amor, sin decir palabras. Ella buscaba llegar al baño esa noche, pero al pasar y ver la erección nocturna de Panchito, no pudo resistirse. Se introdujo en el catre sin más preámbulo, como pudo se abrió su camisón en la rapidez de su instinto y el Panchito se dejó querer. A sus catorce años descubría los placeres carrereados, silenciosos, sin besos o quizá pocos. El esfuerzo realizado lo relajó y a ella también.

La noche transcurrió entre grillos, moscos, el olor a sexo y un poco el olor de las flores de naranja venido del patio. Un gallo desentonado cantaba y el sol aún dormía. Los pueblos pequeños se levantan al alba, sus actividades previas para ir a la siembra, moler el maíz, preparar el itacate o un desayuno de café, atole y tortillas con frijol. Nada que envidiar a los grandes restaurantes que años más tarde conocería Panchito.

La esposa de Autaro, se acomodaba sus sandalias, cuñada de Panchito, mujer que con su corta edad no pasaba de los treinta años y con cuatro hijos que levantar para acompañar a su padre a la siembra o ayudar en las labores de la casa. ¿La escuela? ¡Eso ni se pensaba!

Una vez aliñada, se dispuso a ir al baño, atravesar ese pasillo por donde Panchito y Margarita dormían plácidamente, el sueño profundo ni siquiera les alertó lo que venía.

Los ojos de Ausencia se abrieron desmesuradamente al contemplar ese cuadro erótico campirano, donde no había sabanas ni almohadas, solo dos cuerpos “empiernados”, cobrizos, pequeños, fundidos en un abrazo que sólo duró cuatro horas.

De un jalón levantó a su hermana Margarita, le dio un empujón contra la pared y lo violento del evento hizo despertar a Panchito, quien de inmediato se sentó sobre la orilla del catre impulsado por un resorte de camión y como si fuera su ritual de confirmación como machito, dos cachetadas sonaron en su rostro.

Ausencia encendida y enfurecida lo miraba como queriendo derretirlo, fundirlo, mandarlo al infierno de los depravados sexuales. Y en un grito súbito le espetó:

¡Lárgate de mi casa, cabrón!

¡Pero…!

¡Que, pero ni que nada!¡Largo!

Panchito busco sus zapatos, se puso la camisa y la abotonó, como pudo se colocó los pantalones, metió rápidamente los pies descalzos en los zapatos y miró de soslayo a Margarita. Sin decir más salió arrastrando sus pasos de la casa de su hermano, medio hermano pues era hijo de su madre, pero de diferente padre.

Cosas que ocurrían en los pueblos pequeños y que, como costumbre, se conocen todos, se saben la vida de todos y al pasar se dice ¡Buenos días, tío fulano!¡Buenos días, tío zutano! Como si fuera una gran familia, como si los apellidos sonaran igual. Llegan a cruzarse tantas familias que todos tiene los apellidos incluidos en el árbol genealógico.

Quizá estés pensando que es un invento mío, pero no, así era en los años pasado y así sigue siendo en la actualidad, sólo que ya no se dicen tío, ni tía, ni siquiera se conocen. Pero el destino y sus caminos luego exhiben vidas y caminos caprichosos, inexplicables. Un buen día caes en cuenta por qué conociste a alguien, después se hace de la familia y un evento lejano los conecta.

Autaro, ni se enteró del drama. Iba camino a la milpa pues había que empezar temprano para evitar el sol del mediodía.

Panchito, ni se despidió, ni batió su mano, sólo una mirada lánguida de Margarita que experta en lides amatorias le dedico. «No estuvo mal».

Caminó todo el día. Tomó la ruta serpenteante de la carretera y por la tarde llegó al siguiente pueblo. No tenía donde ir. Su padre había fallecido y su madre vivía con el padre de Autaro. El resto de su familia hacía tiempo se habían marchado, como caravana, a la ciudad mayor cercana a 300 kilómetros.

Su estómago le decía que había que buscar comida y unas distraídas naranjas hicieron el honor a su hambre. Buscaba quien lo llevara de “auto stop” a la siguiente ciudad. Miraba los camiones pasar, pero sus bolsillos no llevaban más que polvo. Después de las diez de la mañana cuando el sol comienza a calentar y la carreta se hace como un desierto, los ruidos de los autos, camionetas o autobuses le zumbaban al pasar, nadie se detenía.

De pronto uno de pasajeros hizo parada para dejar viajantes y el chofer le dijo:

¡Anda sube! ¿A dónde vas?

Voy a Alvarado. ¡Pero si no traigo dinero!

¡Súbete, nadie te lo pregunto!

Así se dictó el futuro en este día para Panchito, sus múltiples aventuras se iniciaban, descubría el mundo con sencillez, sin complicaciones. Su primer amor fue tan fugaz como los orgasmos de ambos que ya no se recuerdan y para su fortuna no hubo hijo alguno, producto de una noche de primavera donde las flores de la naranja perfumaban la humilde vivienda.


Cruzar el río fue fácil, no se pagaba nada, sólo los camiones lo hacían. Después se dirigió a la carretera para continuar su viaje y llegar al puerto, grande con más de ochenta mil habitantes.

Su mirada deslumbrada, con los muelles, los trenes, los tranvías, las mujeres, sus modas, los nuevos inventos, la radio que sonaba, el mundo para un jovenzuelo de catorce años.

En los portales los marineros abarrotaban las cantinas o bares famosos y que ahora en ruinas se ven abandonados, vacíos, aburridos de sudor y alcohol.

 

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 14 de diciembre de 2020

 

 

 

jueves, 10 de diciembre de 2020

Asonancia en letras

 

Me siento y le hablo a Dios y Él se ríe de mis planes.

Mi cabeza habla un lenguaje que no comprendo

Sólo quiero sentir amor verdadero.

Sentir el hogar en el que vivo.

Porque tengo mucha vida corriendo por mis venas

Robbie Williams

 

—¡Hoy me dijo gracias!

Hacía tiempo no leía sus letras.

Me sentía muerto y no quiero morir y no es porque tema a la muerte.

Es porque no quiero partir sin antes poder ver su lindo rostro, sus ojos marrones, su cabello negro caer sobre sus hombros, sentir el amor real. Como aquella vez cuando por primera vez me besó.

El tiempo se lleva todo, los hombres oscuros se alejan, las luces se imponen y ya no hay nada que temer ni que esperar.

Recorrer caminos que me lleven hasta ti, sentir los días que faltan por venir, la brisa de las montañas que tanto adoré o las nubes de neblina subiendo por la mañana. El frio de la noche anterior que calaba hasta los huesos y la fogata que le faltaban leños para avivar el fuego.


—¡Ven acerca tus manos!¡No temas, es solo calor!

Entra aquí en mi corazón, calienta también como el fuego, es tierno y acogedor, No tengo más para dar en mi pobreza, en la renuncia a todo. Mejor así, el otro camino solo ofrecía destrucción.

Pareciera que todo fue malo, pero fue mejor. Cuando escojo estar equivocado y parecer el peor. Una forma de ayudar, de desapegarse, de quedarse hubiera sido fatal.

Recoger las tiendas, los días fueron placidos, las noches de cantos, los amigos haciendo el circulo de la unión y el fuego en el centro forjando la amistad. Ya vendrán días de nuevos ascensos, tal vez alguna montaña desconocida. Pero de igual manera las habremos de conquistar, la ayuda de mis hermanos, el apoyo de amigos, juntos escalaremos laderas, estás nunca nos han detenido.

Ya no tengo por qué esconderte, ahora brilla corazón, sal a la calle, vuela si quieres. No te negaré más, aunque sé que nunca, en esta vida, te volveré a tener. Anoche soñé que te veía y me besaste, tus labios rojos llenos de arrebol que junto con la mañana hicieron la mejor pintura de Van Gogh.

No desperdiciaré más mi tiempo, tú tiempo. No queda mucho. Mete tus dedos aquí en mi pecho, saca desde el fondo aquello que guardé para ti, tiene muchos años ahí. Quizá lo halles recubierto de polvo, pero no está dañado, lo cuidé bastante. Y así todo fue un sacrificio, un entregar el alma, compartir alrededor. Perdido estoy desde entonces, pero ya no más. Es sólo un pensamiento.

Volveré donde las estrellas, de donde salí un día. El Señor tomó mi mano y en la puerta me dejó. Me dijo: ¡Anda, ve!

Y en eso he estado desde entonces. Cantando, brillando, oscureciendo, tocando, amando, poseyendo, saltando y experimentando. ¿Quién no?

—¿Ya ves que no soy malo?

Supe escoger el camino correcto, aunque doloroso, pero así es mejor.

Recuerdo que tus ángeles me dijeron:

—¡Tú serás ascendido!

Mientras otro me preguntaba ¿cómo lo había logrado después de sostenerme por la orilla de ese gran edificio lleno de cristales, mis manos cortadas, cercenadas, sangrantes y llegué a la otra orilla?

¡Aquí estoy!¡Gracias, perdóname, lo siento por tanto que fallé, te amo Padre Celestial!¡Listo para el siguiente viaje si es que así lo decide tu amor!¡Permite que la vuelva a encontrar!

 

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 10 de diciembre de 2020

 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Tontón y los abrazos

 

—¡Hola! —Exclamó Vicky.

Fue casi un grito, su voz se escuchó en el malecón, los barcos quedaron mudos, aún con sus grandes bocinas que llenan de sonidos el muelle. El rostro bello, su nariz respingada, su cabello ensortijado, su cuerpo esbelto, sus grandes caderas, todo en ella era perfecto.

Hacia tiempo no la veía, a menudo la visitaba en casa de sus padres, esas visitas se interrumpieron. Él se dedicó a sus estudios y de un día para otro la dejó de ver.

Sus padres la habían enviado al Canadá. Un año, dos tal vez, hasta que pasó ese torbellino del amor juvenil que se confunde con algo más. 

Esa mañana, el paseo por el malecón fue sorpresivo para Tontón, su nombre italiano le sugería otra cosa en español, sin embrago así lo habían bautizado en su casa. Bueno para el estudio y dedicado al cien en obtener su grado de ingeniero. 

El abrazo no se hizo esperar, los largos brazos de Vicky se extendieron frente a él. Tontón apenas pudo reaccionar, abrió los suyos y ahí se fundieron en un abrazo de amigos, de sueños, de ganas de que tal vez algo más podía suceder entre ambos. Los ojos verdes de ella brillaban intensamente, el sol hacía el efecto de hacerlos más notables. Lo abrazó sin más.

¿Duró un segundo? ¿Un minuto? ¿Una hora? No se sabe. Se fundieron uno con el otro.

Platicaron sobre el viaje de ella, le dijo que había estado fuera, el le dijo que estudiaba ingeniería, quedaron de verse después y …

Tontón volteaba para cerciorarse que Vicky se alejaba, desconcertado pensaba en lo hermoso de ese abrazo, de cómo fue un abrazo tan intenso, tan cercano que hasta hoy después de muchos años, ese abrazo es inolvidable.

Hasta hoy, nunca más se han vuelto a ver. Nada sucedió entre ellos, ni el más leve beso, ni siquiera un suspiro. Quizá un bello recuerdo de un abrazo tan hermoso que nadie antes le había dado. También tal vez, ella sentada en un diván, aún recuerda el evento de ese abrazo que pudo ser más y que fue dado con el corazón abierto y el amor entre las manos de ambos que quizá pudo ser mayor.

_._

Los años pasaron, Tontón se graduó. Conoció una chica bella, muy bella. Su rostro quedó retratado en el marco de una ventana de una escuela. Era lo más bello que pudo ver en mucho tiempo, las cosas sucedieron tan de prisa y ese noviazgo no prosperó. 

Tontón dejó ese noviazgo, dejó a la bella chica de ojos grandes y pies perfectos. No se unió para siempre bajo el juramento de una iglesia a ella, ni hubo nupcias y el tiempo se posó con sus polvos de olvido y telarañas encima de algo que pudo ser mayor.

Años después, treinta, quizá treinta y cinco años, se volvieron a encontrar. Fue algo fortuito, no planeado. Quedaron de verse y el día concertado Tontón acudió a la cita.

Parada fuera de una cafetería, ella revisaba su teléfono celular, sus agiles manos desplazaban los mensajes sobre la pantalla, se notaba algo nerviosa. Después de tanto tiempo vería a Tontón. Esta vez como amigos, como personas que desean verse, aunque sea tres minutos para compartir y saber qué fue de su vida.

—¿Qué hiciste después de que ya no te vi? ¿Dónde vives ahora? ¿Cuántos hijos tienes? ¿Como son tus hijos? ¿Cuándo te casaste? ¿Qué sucedió contigo?

Tantas preguntas, tantas cosas que decir, tanto que saber, y solo disponer de unos minutos.

Cruzando el parque, Tontón se aproximó a ella, quien, parada en la acera, veía su celular sin reparar que Tontón se acercaba. La vio vestida con una blusa roja, su rostro reflejaba su edad por supuesto, su cabello negro sujetado por un lazo, vestida con pantalón y zapatos bajos. Su figura era o parecía igual, no importaba. Tontón quedó embelesado, admirado de la belleza de ella y en un instante, rápido, sin mediar palabras, se fundieron en un abrazo.

Tontón sintió desde el fondo de su alma, esa cercanía que quedó suspendida en el tiempo y de algo que ya nunca podría ser. En ese abrazo supo lo que hubiera podido ser.

Nada circuló, ni el aire, ni sonidos, la gente se detuvo, ¿caminaban? ¡No!

La tierra se detuvo, ese era el amor de su vida.

Ese abrazo llego a Tontón desde el fondo del corazón de ella. Se cimbró la tierra, su tierra. Nunca más olvidaría ese abrazo. Tampoco el abrazo de Vicky. Eran abrazos gemelos y eran abrazos similares, de almas entregadas y amorosas. No pedían nada, solo abrazar.

Ella, Lorena se fue. Se despidieron después de media hora de conversación, se dieron un leve beso en la mejilla y cada uno tomo el camino que tenía desde hacía mucho, para esta vez, no volverse a ver más.

Los abrazos, para Tontón, nunca han vuelto a ser iguales, abraza continuamente a diferentes personas. Unos abrazan de lado, desde lejos, sin acercar el alma, sin arrimar el corazón. Abrazan vacíos, no hay sentimiento pues este se perdió, se vació.

Ahora Tontón es un buscador de abrazos, lo pide a cualquiera con quien siente afinidad, amigos nuevos, amigos viejos, mujeres lindas, mujeres tiernas, descubre que muchos no saben abrazar, no desean abrazar. Temen que, en un abrazo, se descubra realmente su sentir.

En este tiempo, nos prohíben abrazarnos. Nos dicen que es peligroso.

Y Tontón, lo único que desea, es hallar nuevamente a Vicky o a Lorena para que le regalen un abrazo como aquel que una vez lo hizo vibrar.

 

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 08 de diciembre de 2020

martes, 8 de diciembre de 2020

La naturaleza y Frank Kafka

 

La primera vez que vi tu rostro

Creí que el sol se alzaba en tus ojos

Y la luna y las estrellas

Eran el regalo que les entregabas

A la oscuridad y a los cielos infinito. Mi amor.

“The firts time ever I saw your face”

Roberta Flack

 

La naturaleza siempre vuelve a su lugar, cuando los vientos cesan poco a poco las raíces se desplazan buscando pequeños senderos para arraigar. Las hojas secas caen y el otoño se manifiesta como tal, nada es para siempre, los amores idos, las manos extendidas, los amigos cercanos, las noches placidas, la luna iluminando por la ventana.

La lluvia en septiembre, los campos mojados, un nuevo amanecer, los besos añorados que nunca llegaron, porque fue la estupidez humana que le hizo decidir, equivocarse.

¿Qué no somos imperfectos?

Es derecho de cualquiera cometer errores, la música simplona se escucha sin emocionar a nadie, se muestra siniestra con cara de sumisión, hipócritamente le hace creer a la gente que suena hermoso, que se entrega para deleitar a la concurrencia. La historia en el fondo es otra, los cantantes tampoco saben de manipulación, de planes creados para que se odie al cantor y así hay muchos casos en la historia.

La mar golpea las rocas con fuerza, el nivel del lago subió tanto que mojó los árboles alejados de la orilla. Los peces se alegraron por tener más espacio sin pensar que al abrir la bocana con el mar, el torrente de agua se los llevaría creando un festín de aves, pelícanos, gaviotas, moluscos, pescadores. Todos atentos a capturar peces descuidados que ayer se sentían confiados en su pequeño mar laguna, nadaban placidos y hoy, son devorados por todo aquel que solo desea alimentarse. Otros solo van para acumular.

Me dice un amigo que mi escritura le es difícil de entender y lo comprendo, hoy por ejemplo estoy danzando donde las estrellas se vuelven azules. He leído a Kafka, se hizo mi amigo, me leyó sus poemas incomprensibles, le escuché absorto, no pude decir comentario alguno, comprendí que estaba enamorado cuando escribió sus cartas a Milena. Y ésa fue una inspiración.

Tal vez yo estoy también enamorado de un imposible, de aquella muchacha de vestido azul turquesa que vi una mañana frente la oficina de un banco en avenida principal, la calle mojada de la lluvia la noche anterior y sus hermosos pies volaban al caminar o de aquella novia lejana que Neruda describe como rubia y blanca y que la veo ahora como blanca de cabellos negros y ojos marrones y si, también cabe en mi corazón. Enamorado de decir, de escribir, de expresar la vida misma. Una vida corta y con tanto que contar.

No existe frustración, las lecciones son aprendidas, algunas repetidas y veo que es la naturaleza misma que se expresa, porque difícil es corregir las debilidades, por mas empeño que le pongo, por más que intento contenerme, la fuerza del agua que soy, sin pensar se desborda, inunda mis orillas, muda de hojas para florecer y solo soy uno más en el concierto de enanos que llenan un mundo alejado de los otros mundos, colgado de un haz de luz enmedio de la nada.

¿Qué fuerza le sostiene? ¿Por qué soy tan débil? Podría preguntar.

Desde siempre pido la liberación, unos creen que estoy preso más nunca lo he sido. Otros creen que ellos me tienen y que los culpo de mi prisión. Están errados del todo. Se creen el ombligo del universo y que los astros giran a su alrededor, lo que digas les incumbe y no son más que cero, grito sin sonido, música sin llave de Sol. Es una prisión del sueño, del alma, de la causa y el efecto y como tiranos, perseguidores del pensamiento, ejecutores de penas capitales cortan mi cuello sin saber que lo único que deseo es la libertad de mi alma.

Quizá el Creador me escuche, no soy tan viejo, pero asomo la cabeza para serlo, o tal vez me complazca, me permita llegar más allá de donde lo pensaba o cercene la vida para citar al juicio frente a Él y donde por fin podré decir: ¡Perdón!

«Imbécil soñador, la hora la dicto Yo».

Confieso que he vivido, los juicios ajenos los he escuchado, he tratado de ser amable, como la brisa en el rostro frente a la playa, llevarme bien con todos, me miran algunos débil o tonto, más cuando no lo consiento, entonces me pasan al lado de los injustos, locos, malos, sicópatas.

Lo peor para esta sentencia es que no he matado a nadie, ni he robado, ni he sometido, ni nada por el estilo. Solo he sido producto de lo vivido, dueño de mis actos irresponsables, algunas veces inconscientes, injustificables, pero que ahora con bondad asumo el karma que regresa para golpearme.

¿Lo permito? Tal vez no.

Me revuelvo como aquel lobo que herido una noche buscó refugio para lamer sus heridas pues una fiera salvaje le lastimó.

Luceros brillarán siempre, una vez que ya no esté aquí, las letras de mi nombre, de sus nombres, no serán nada. Solo partículas de polvo perdidas en la oscuridad del espacio sideral. Un beso divino, si existe tal, calmará las ansias, los reproches no tendrán eco y las promesas de amor hechas, ya nadie las recordará. Otras palabras sonarán, la velocidad del sonido los llevará hasta los planetas lejanos o un hoyo de conejo se abrirá, por fin, ante todos para mostrarnos más universos, aquellos de los cuales hablaba el maestro Jesús.

Un beso y nada más. Una vez más grito: ¡Libertad!

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 08 de diciembre de 2020

jueves, 12 de noviembre de 2020

Encrucijada y el blues

 

Los caminos se despliegan ante sus ojos. ¡Ahora tiene que decidir!

Desea con toda el alma aprender a tocar el blues y abre sus ojos aquí, frente a la autopista 61 y la autopista 49, en el Delta del Misisipi, la cuna del blues, donde Elvis bebió sus primeras tetas de esta música, donde Moody Waters dijo: Aquí nació un bebé del blues y se llama rocanrol.

La vía del blues suena a sus espaldas y cierra sus ojos desesperado.

«¡Esta música es mía!»  grita para sus adentros, se comprime, gime de dolor incontrolable y el cantante Robert Johnson venderá su alma pues sólo es escuchado por el diablo, quién amable como suele ser con los tontos desesperados, se le aproxima por la espalda, le toca suavemente el hombro y le dice:

—¿Necesitas ayuda?

El olor a azufre es evidente, las manos torpes de Robert se sacuden, una vibración se introduce en su cuerpo y le hace mover los dedos como nunca lo había hecho. No ha respondido a la voz siniestra, el olor fétido se expande por la encrucijada y es del mismísimo satanás.

—¡Sí! —Respondió balbuceante.

Asustado, sus piernas congeladas por el miedo, no alcanzan a correr, a mover un dedo al menos, voltea lentamente y sabe que no tendrá escapatoria, debe decidir si entregar el alma a cambio de poder interpretar el blues o seguir su vida mediocre en medio de la gente, cantando en cantinas oscuras llenas de borrachos y con olor a orina en los rincones.

En ese momento la encrucijada se hace más oscura, la autopista del blues se torna mojada sin llover y la autopista 61 se estremece. No circula un sólo automóvil, no hay luces de neón encendidas. Bob, como cualquier otro deben tomar un camino, el camino del 13 o el camino del 7, ambos no parecen ser buenos. 


Satanás no tiene prisa, lo observa de arriba a abajo, hace como si fuera una travesura para él, le sopla y se le enchinan los vellos de la nuca. El miedo tiene paralizado al cantante.

—¿Y qué quieres a cambio por tu ayuda?

Nuevamente se escucha su voz como un murmullo, un lamento que más tarde las cuerdas de la guitarra mágica que cargaba, le recordarían en cada canción su compromiso.

—¡Entregad el alma!

El diablo no pide otra cosa. ¿Pensabas acaso que le iba pedir obediencia?¡O qué! 

—¡Tu alma, sólo tu alma acongojada, eso quiero infeliz! —Le espeta sin compasión. Bueno, el diablo no sabe qué es eso.

Nuevamente se escucha el sonido lamentable de su voz y ...

—¡Sí! ¡Te doy mi alma a cambio de poder interpretar el blues como nadie lo ha hecho antes sobre la tierra!

El sudor casi forma gotas sobre su rostro, perla negra valiosa de la canción, sus manos y sus dedos empiezan a vibrar, necesita una guitarra para comprobar, mientras satanás camina a su alrededor como saboreando el material que será su nueva adquisición.

Robert voltea para obtener una respuesta, pero ya no hay nadie, el olor a azufre se empieza a disipar y sobre la acera yace una guitarra, desvencijada en apariencia.

—¿Cómo? ¿Me has tomado el pelo? ¡Con esta guitarra no podré tocar nada! —Impreca sintiéndose engañado, desesperado entiende que no se puede maldecir a satanás.

Aún con ello, se inclina y con su mano izquierda la levanta. Saca un pañuelo de bolsillo trasero y lentamente limpia las pequeñas gotas de agua de la superficie pulida de la madera.

La pega contra su pecho en el acto de empezar a tocarla, sentir sus cuerdas, la suavidad de sus trastes, la elongación de las cuerdas y el sonido de la caja. Pasa su mano derecha sobre las mismas y estas emiten su sonido lloroso y profundo. Ni siquiera tuvo que probar la afinación. Las cuerdas ya lo estaban. 

Se sienta en un banquillo a interpretar lo primero que se le viene a la mente, improvisa, acaricia su guitarra. Se prende a ella como un mortal amoroso se aferra a las caderas de su amante, en la intuición de que quizá mañana estará muerto o de que tal vez nunca la volverá a ver.

Con sus ojos cerrados, interpreta una canción, le llena el alma el sonido, su voz se extiende por todos los rincones y al final de la pieza abre sus ojos. Descubre que se trasladó a un bar, la gente absorta, muda de emoción, nunca habían escuchado algo así. Todos vibraban, no sabían si esa música era real, si la voz salía de su boca o si era algo del más allá, quizá el demonio era quien interpretaba la canción.

Como aquellos cantos de sirenas que seducían al marinero, esa noche el Delta se llenó de blues y la encrucijada... ¡No tendrá que esperar más!

Cierto día Robert Johnson desapareció, su guitarra estaba en un rincón, la música misteriosa se quedó. No hubo un bar donde no cantara, un rincón oscuro donde no se oliera su cigarro, el sombrero de lado, su traje oscuro o gris, sus manos ágiles, el sonido melancólico de su vibrar.

Vendió su alma por amor al blues y eso ni el mismo diablo lo pudo evitar.

La vida te pone encrucijadas, unas buenas otras complejas, con amor las debes enfrentar. Como aquel cantante que vendió su alma por saber tocar.

Después de todo, no hay nada como una canción de amor hecha con blues.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 12 de noviembre de 2020

 

domingo, 18 de octubre de 2020

Felicidad, alegria y bondad

    La necesidad de expresar mi ternura nace cuando veo tu rostro, tus ojos marrones, negros, azules o verdes, las pestañas rizadas, imaginar tú cabello negro, rubio, como sea, no lo sé, como cuando te conocí, en aquellos años de inocencia donde mi imaginación construía castillos y luchaba con dragones.

    Así se quedó grabada la imagen en mi cerebro, verte caminar con tus pies perfectos en esos zapatos altos, tu vestido de flores o ese multicolor, tus manos suaves y tus uñas pintadas, tu rostro brillante con esas grandes cejas que daban marco a tu cara, la voz tersa como canto de sirenas. 

    Ahora vuelvo a la orilla de mi mar, solitario ya, contemplando el horizonte, esperando tus sonidos, esperando la respuesta al mensaje que te envié en la botella, desde aquel día que dejé de ir a esa playa en mi niñez.

    Le has faltado ultimamente a mi esperanza ya perdida, quizá, desde hace mucho. 

    En verdad deseo verte para que inundes mi alma como aquella primera vez.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 18 de octubre de 2020

sábado, 10 de octubre de 2020

Jean Paul Sartre y mis letras

 

El maestro Jesús habló de otras moradas de su Padre, refiriéndose a la posibilidad de una vez muerto, volver a la vida quizá en otro planeta, otra forma de vida, en forma de algún ser vivo, o qué sé yo. Nadie puede asegurar ésto pues nadie lo ha vivido o ha regresado para contarlo. Sin embargo, existen muchos ejemplos de gente que se decía atea y que al final dicen cosas que contradicen sus expresiones.

De la misma manera, hay quienes afirman que Dios existe, también hay otros que niegan su existencia, pero ambas opiniones tampoco pueden ser comprobadas. Afirmarlo implica asegurar que se le vio a Dios. Negarlo es asegurar que pueden probar su inexistencia.

“No puedo negar que dios no exista, pero tampoco puedo negar que toda mi existencia pide a gritos un dios” Jean Paul Sartre (Ateo declarado)

Se me hacen aceptables ambas cosas ante el derecho que tienen de expresarlo, así como esto que hoy escribo.

Así que, en caso de dejar este plano vibracional, existencia, vivir pues, lo podré comprobar, podre pedir permiso de manifestarme y decirle a los que amo que sí existen otras moradas, que no teman aquellos que piensan que su vida, que su alma, no está en peligro. Porque, a fin de cuentas, eso es lo importante. 

Llevamos vidas egoístas, centrados en el yo. Yo quiero, yo tengo, yo lo deseo, ¿y por qué yo? Yo soy el único y campeón de todo. Al escuchar ejemplos pensamos que son dichos para nosotros y dejamos que eso nos influya. La verdad es que estoy aburrido de ser egoísta, de ser el culpable o de ser el ejemplo, aburrido de esta vida que ha sido maravillosa por lo que he podido contemplar pero con las cosas impuestas, me siento limitado.

“Existen dos tipos de pobres: los que son pobres juntos y los que son pobres solos. Los primeros son los verdaderos pobres, mientras que los segundos son ricos que no han tenido suerte.” Jean Paul Sartre

Me liberaré del cuerpo algún día, flaco, gordo, grasoso, lento, rápido, hermoso, saco de agua, con ronchas y chipotes, alto, chaparro, tonto descerebrado, marginal o marginado, me liberaré de la rutina, del amor condicional y condicionado. No merezco nada de lo que tengo, de lo que como, pues las alternativas de mi vida se acabaron, dejaron de ser interesantes los días. Mis amigos ya lentos, ocultos miedosos, hipócritas se esconden, les caló la farsa impuesta y evitan tocar la playa, mirar la flor.

Esta es una despedida anticipada. Quien quiera mi cuerpo, se lo regalo para siempre.

A mis hijos no les dejo nada, nunca tuve nada porque nada fue mío, los intentos múltiples sin rendirme, la lucha cuerpo a cuerpo por supervivir. Reinventarme cada vez para tratar de estar al día, aportar a casa y vivir en la sencillez. Llenar de aire mis pulmones sólo para vivir, descubrir que es lo único que necesito.

Recién, quisieron controlar mis letras, revisaban mi teléfono, mis letras, con sus dedos índices, pasaban los mensajes, leían eternos mensajes masturbados mentales míos, pero sin llegar a nada. El revisionísmo se sentó en mi casa. Se sentó en la mujer que me acompañó por muchos años, que difícil es amar. Pues bien, te regalo mi cuerpo.

“Amor mío, tú no eres “una cosa en mi vida”, ni siquiera lo más importante, porque mi vida y a no me pertenece, porque mi vida eres tú” Jean Paul Sartre

De mis amigos, tampoco le dejo nada. Una mentada de madre a los culeros. Ustedes saben quiénes son, no se hagan pendejos.

Pero a aquellos que me apoyaron les dejo mi cariño, noble y desinteresado, hubiera querido darles más, apoyarles más, abrazarlos más, platicar más, compartir más asados, más cervezas, menos soledad. Quisiera dejar sus nombres aquí, pero no, sería una lista grande por el aprecio que le tengo aún a los culeros.

Bueno sí, a estos sí los nombraré…

¿Qué dijeron?¡Éste los exhibirá! Que les quede en su conciencia y su alma, si es que tienen. ¡Que con su pan se lo coman!¡Culeros ojetes!

“Me encuentro solo en medio de voces felices y razonables. Todas esas personas pierden su tiempo explicando y reafirmando que están de acuerdo unos con los otros. Yo me pregunto: ¿Por qué es tan importante pensar las mismas cosas todas juntas?” Jean Paul Sartre

Para mis amores ilegales, menos les dejo, somos historia no contada, fueron abrazos perseguidos por la justicia carnal. El cerebro condicionado socialmente, les impide salir a la luz. No poder decir te amo a alguien más que a la esposa, es ilegal, es criticado, es castigado. Este tipo de amor se debe ocular, se niega inclusive, se hace desaparecer y como fantasma habitar en una alcoba oscura, con un buró rallado por el tiempo y tal vez un duplicado de Van Gogh en la pared, olor a cucarachas, sabanas mal lavadas y toallas usadas por mil. Les dejo mis letras quizá, antes de que sean borradas u olvidadas.

¡Ah! Que, de amores subrepticios, amores locos. 

¡No creo ser el único, ni el último! 

Me sentí algunas veces como criminal. No me arrepiento de nada.

“¿Olvidarte?¡Qué inmaduro! Te siento en mis huesos. Tu silencio me ensordece”. Jean Paul Sartre

¿Adiós a mis letras? ¿Ahora sí las censuraré?

¡No! ¿Cómo hacerlo? ¡Es lo único que tengo!

Es el final de este relato. Les dejo mis abrazos y mi amor. Espero que no muera el amor, es lo único que dejo.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver- 10 de octubre de 2020

 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Censurar al escritor, censurar la inspiración

 

Decía un amigo...

¡Todo es sensualidad!

Y en mi entendimiento puedo agregar...

¡Todo es como un cuerpo de mujer!

Y no es porque sea un libidinoso empedernido o irrespetuoso. Que quiera convertir mis pensamientos en letras, inspirado acaso, en un recuerdo, una anécdota, una mirada fugaz, un relato de alguien que se enamoró perdidamente o mis experiencias pasadas.

También confieso que me gusta contemplar las fotos del universo. Esas galaxias que por millones hay ahí afuera, esas estrellas lejanas que por la noche brillan o bien los colores de una nebulosa generadora de estrellas. Maravillado de comparar la cita bíblica de las moradas del Padre. Extasiado de soñar despierto.

La vida la hemos vivido, hablo en plural porque seguro estoy que nadie escapa de ello, no somos rocas establecidas para siempre y creo que ni ellas. Poco a poco, grano a grano se van se van esfumando del lugar donde estaban. Quizá parar en una playa donde las olas del mar les darán movimiento, tal vez en un desierto para ocultar los seres vivos que lo habitan. Tal vez se integren en una fruta desprendida de un árbol y después sea saboreada por una hermosa mujer.

Esa que sus manos se mueven como mariposas de colores, aquella que hilvana tejidos de sueños cercanos a mi mejilla, la que una vez besé y que desde entonces recuerdo lo dulce de su beso. Pero fue el único, se fue, partió lejana, dejando tras de sí los suspiros de este tonto enamorado.

Desde niño me gustó leer, no fui bueno en el estudio lo confieso, no como me hubiera gustado, sin embargo, las letras me llegaron, escribía poemas para novias que nunca supieron que lo eran o cartas de tristeza por su desinterés de mi amor inexpresado.

Gran descubrimiento fue, cuando por fin acaricié una hermosa piel de mujer. Después se volvió vicio. ¿Está mal que lo diga?


Con ese vicio, vinieron amores, amigas, cercanas y lejanas, hoy les escribo. De algunas conservo su recuerdo, trato de plasmar ideas de lo que pudo ser y que nunca ocurrió. Pero en este soñar despierto me excedo, imagino que revoloteamos al sol entrelazados, no pongo sus nombres para no ofender, les muestro mis ansias, ya viejas, que deseo expresar antes de mi viaje final.

¡Vendrá este viaje!

En alguna parte del universo también hay quien desea que no lo exprese, desea que mis letras sólo sean para ella quizá. 

Hace mucho, tuve un amor, un amor apasionado, al principio se veía hermoso, por alguna razón se convirtió en un infierno. Cuando empezaba a declinar, cierto día ella fue a mi casa, se puso a ver mis libros de escuela y en una página encontró un corazón dibujado y con el clásico "Petra y Juan" 

Esa fue la razón por la que se levantó, buscó una pluma y empezó a grabar su nombre y el mío en cada hoja, de cada libro, en un frenesí inexplicable. Hasta que se cansó. Mas tarde, al llegar a casa, me dijeron que había ido y que estuvo haciendo eso. Hoy los libros ya no están, se fueron a habitar una biblioteca y jamás he vuelto a leer sus corazones de posesión.

He sido hasta cierto punto libre, he tratado de tomar mis responsabilidades mundanas y con mis letras he logrado escapar de ello. Crear un mundo donde nada me afecte, nada violente mis sueños que aún conservo. Ya sea en esta vida o las que sigan, si es verdad eso que el maestro Jesús decía. Y si no, entonces lo habré vivido como me satisfizo, lo habré vivido inexacto, imperfecto, lleno de errores y criticable.

Hay quien piensa que puede ser una tontería todo esto, pero ¿quién no hace un balance de las cosas y encuentra todas sus equivocaciones? 

Por eso, no me voy a censurar, seguiré escribiendo a esa novia que se fue, a ese amor inexpugnable, a esa mujer de ojos grandes y dedos largos, a aquella de pies perfectos, a la que me dio el tercer beso o la que nunca le dije nada. Porque censurar al escritor, aún con sus humanos defectos, es censurar a la inspiración.

¡Quién atrapa al viento!

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 23 de septiembre de 2020

 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Así lo viví

Vivir de nuevo, recordar lo realizado, traer a mi memoria los actos míos.

Suspirar en mi soledad, ver su rostro en fotografía, con esos ojos grandes hermosos que me envolvían cada día, que me exigían estar a su lado para que no mirara más, que no buscara a otro porque juntos éramos todo, lo necesario y suficiente.

Junto a ella volaba, sólo rozar su piel o sentir sus besos, estar en lo oscuro de una habitación y encender todo para ver su desnudez, su piel brillar. Movernos como uno solo en ese concierto que era nuestra música por interpretar.

Algunas veces olvidaba sus pies por concentrarme en succionar su esencia o su mal besar y que los sonidos distantes me hicieran cerrar los ojos.

Su grito de ¡ya por favor!

Y así romper el baile de abrazarla, subir lentamente por su cuerpo, acomodar mis sueños entre los suyos, desandar las noches, las tardes, las mañanas, al final cenarnos todo. Dejar los platos vacíos, la mesa sin levantar, para juntos lavar los pecados que habríamos de cometer.

¡Oh, Dios! Perdona mi franqueza, pero sí quisiera otros momentos así antes de partir, antes de dejar la vida, abrazarla sin miedos y sí dejo la vida, entonces dame la oportunidad de encontrarla nuevamente en una de las tantas moradas que prometiste, para poder tener ésa vida, ésa que tanto me hizo soñar.

Y no es una canción. Así lo viví.

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. 21 de septiembre de 2020


Como Benedetti

       Te quiero bonita      Te quiero bonito      Te quiero dulzura      Te quiero con el alma      Mi corazón pierde el ritmo      Pierdo ...