La necesidad de expresar mi ternura nace cuando veo tu rostro, tus ojos marrones, negros, azules o verdes, las pestañas rizadas, imaginar tú cabello negro, rubio, como sea, no lo sé, como cuando te conocí, en aquellos años de inocencia donde mi imaginación construía castillos y luchaba con dragones.
Así se quedó grabada la imagen en mi cerebro, verte caminar con tus pies perfectos en esos zapatos altos, tu vestido de flores o ese multicolor, tus manos suaves y tus uñas pintadas, tu rostro brillante con esas grandes cejas que daban marco a tu cara, la voz tersa como canto de sirenas.
Ahora vuelvo a la orilla de mi mar, solitario ya, contemplando el horizonte, esperando tus sonidos, esperando la respuesta al mensaje que te envié en la botella, desde aquel día que dejé de ir a esa playa en mi niñez.
Le has faltado ultimamente a mi esperanza ya perdida, quizá, desde hace mucho.
En verdad deseo verte para que inundes mi alma como aquella primera vez.
A.R. Barrios
Veracruz, Ver. 18 de octubre de 2020
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