La línea, de producción estaba en movimiento. La banda transportadora con motores imaginarios.
Supera lo conocido, atrévete a investigar, mete tu cerebro en el hoyo del conejo.
miércoles, 22 de diciembre de 2021
LOS CANTANTES Y EL TOQUE DIVINO
lunes, 20 de diciembre de 2021
DEMASIADO VIEJO
DEMASIADO VIEJO
Los aplausos se desgranaban
desde lo alto del teatro, la gente gritaba emocionada ante lo que veía.
Una señora de noventa
años, en el escenario estaba haciendo un desnudo, la música rítmica, como de
cabaret. Sus ropas caían al suelo cuando todos pensaban que quedaría en su
desnudes, su ropa con apariencia de piel le cubría y de su pecho salían unos
colgantes que hacia girar con el movimiento de su pecho.
Ya nada podía detener la
ovación, su alma feliz había contagiado al público, los aplausos eran estruendosos.
En treinta segundo se ganó a la gente. Todo era risas y felicidad.
Algunos eventos de la
vida toman unos segundos, hinchan el pecho, abren los ojos desmesuradamente, abrazan
cálidamente sin tocar, las sonrisas se prenden de su rostro.
Otros en cambio son producto de una lucha constante, diariamente una búsqueda, pocos salen al escenario, unos caminan entre callejones por un mendrugo y otros arrastran cargas para ganar una moneda. Y no es debido a la competencia o capricho de la cornucopia, es la danza de la fortuna que el cielo o la inteligencia infinita guarda para los espíritus geniales, alegres.
Que saben transmitir una
emoción y que, quizás, acarician las almas que ansiosas buscan ser amadas tan
solo por una letra, un poema, una nota musical o una canción.
Quien escribe, se
conecta, abre los portales de la inspiración y sin necesidad de una musa, pasa
sus dedos por el teclado, una y otra vez, miles de letras que forman palabras hasta
tener un mensaje o una idea.
Y cuando esa idea hace
que el lector se emocione, sufra, se enamore, que apresurado pase las páginas
de una novela o que repita la lectura de un poema para sentir o cuando alguien
dice: es que mi hizo llorar.
Entonces el escritor se
siente feliz realmente. No persigue aplausos, dinero, ni siquiera
reconocimiento. Solo que alguien exprese que su piel se erizó, que le produjo
enojo el destino de un personaje, que sufrió con el héroe de la historia o que
deseaba que el malo de la trama ya fuera eliminado, que el mundo fuera salvado
ante una amenaza y cuando llega al final de la historia, lee lentamente los
últimos párrafos y…
El final no es lo que
esperaba. El escritor ha diseñado tres finales diferentes. Por aquello de la
piratería.
Este tipo de éxito no es instantáneo,
como una canción interpretada por una gran voz o una danza donde de inmediato sabes
que el bailarín es un dotado para eso. Pero la letra, esa tan sofisticada, con
reglas, con sonidos y significados, esa que debe transmitir la historia, es
otra cosa. Es diferente.
Conectar los hilos de la
trama, los personajes con sus pasiones, defectos, debilidades, sus deseos,
odios, rencores y que parece que no sucede nada. El escritor sale a la calle,
observa la vestimenta de la gente, como se comportan, sus pleitos, las rutinas
y entonces escribe para atraer la concentración de quien lee su trabajo.
Un mundo de fantasías
sacadas de la mente de un individuo, muchas veces sin conexión con su realidad,
pero también otras veces como experiencias de lo vivido.
En una esquina del
universo, algo, alguien, como le quieras llamar, observa. Le permite esa
conexión. Le envía mensajes, señales, y este, debe cosechar todo lo que llega a
la mente. Cada historia tiene su final y aquí finalizo esta.
Para que la lectura continúe,
para que no solo se guie el cerebro hacia imágenes o mundos virtuales
electrónicos o de mundos Meta o robots implantados en su cerebro mediante
tarjeta de 200 Teras.
Que exista el placer de
pasar las páginas, de tomar el libro por el lomo, de meter entra las páginas un
cartón señalador que recuerde donde se quedó la última vez que leyó. Recordar
con placer haber leído a Cervantes, Murakami o García Márquez, Saramago con su
ensayo sin comas ni puntos aparte, aprender algunas palabras nuevas o quedarse
con la incógnita de algunas que nunca había escuchado.
Escribir es un arte y un
don, quienes leen abren mundos gigantes, extraterrestres, universales, de
colores y de música.
Esto ha sido un sueño y
cada que escribo lo hago realidad. Lo mismo una aventura, un amor lejano, otro
que se fue o uno por llegar.
Les dedico mi sueño, mis
letras y que sirvan para que su conexión divina se logre. Que su alma permita
la compasión y la bondad.
Hoy fue un día hermoso.
Nunca se es demasiado
viejo para comenzar a hacer lo que llevas dentro de tu alma como ese regalo “gift”
del Creador y que muchas veces has deseado compartir.
¡Vamos, enséñalo, compártelo!
Gracias por existir. Te
amo.
A.R. Barrios
Veracruz, ver.
Diciembre de 2021
miércoles, 15 de diciembre de 2021
PARADO VIENDO AMANECER
PARADO VIENDO AMANECER
Recuerdo que era luna
llena.
Lo recuerdo bien porque
su piel blanca brillaba y mis dedos recorrían su suave piel.
Ella dejaba en mis huellas digitales su marca, desde entonces perdido voy sin poder decir que tengo identidad.
Después giró, me miró con tristeza, se montó en
una ola gigante, llena de espuma salina, dejó su fragancia de mar, tal vez por
eso no me he podido alejar de este puerto, de sus playas, de su mar.
Quizá espero su regreso
como barco añejo en su último viaje para poder zarpar.
Le vi su mano en alto
como diciendo adiós y mis ojos mojados, rojos de tanto restregar mi puño
sobre ellos para no llorar más, levanté mi mano también, pero por la tarde oscura, el
sol se había ido ya, nunca pudo ver lo desolado que quedé.
Vuelve amor mío, he
esperado muchos años, callé, aguardé, estoico sin poder decir nada.
Sigo aquí parado en esta
playa, mirando el horizonte, viendo los doce mil amaneceres del tiempo que ha
pasado.
¡Irremediablemente te
amo, así, sin verte!
¡No sé cómo pudo suceder
así y desde entonces me perdí!
Hubiera sido mejor la
locura, que esta conciencia de ver la vida pasar y que pasó sin ti.
A. A. R.
Barrios.
Veracruz,
Ver. Diciembre de 2021
jueves, 9 de diciembre de 2021
CERRAR LA NOCHE
CERRAR LA NOCHE
Cierro la noche para abrir el día. En ella se quedan los sueños, el campo mágico donde algunas veces te he encontrado, hasta me hablas y dices pequeñas frases que me reconfortan. Esa noche que al siguiente día regresaré a ella y tal vez ya no vuelva hasta perder la llave del candado que la cierre.
Abro el día, realizo todo
lo que la vida impone, para sostenerme, para no olvidarte. Sé que el algún lado
estás de este planeta. Una vez coincidimos, pero hoy estás muy lejos de mi ser.
Entiendo eso y por lo tanto escribo. Expreso como llegas hasta mí, con tu lindo
rostro, con tu voz y canto.
Nunca te olvido, tu no te vas. Siempre permaneces.
Tus hermosos ojos marrones, las pestañas largas que producen vientos a mi alma. Tus manos suaves y tus dedos finos, sin ruido de calles, sin besos perdidos.
Algo sucedió en mi tras tantos desvelos de pensar
en ti que decidí un día que nunca te dejaron ir en mi cerebro.
No importa que en lo físico no estés, pero aquí en mi
alma siempre habrás de permanecer.
Beso tu nombre, beso el día que te conocí.
Lamento tanto haber perdido el rumbo en este océano de
estupideces mías y que en la inconciencia ni siquiera percibí.
Ojalá y pueda volverte a
ver antes de cerrar la noche.
A.R.Barrios
Veracruz, Ver. Diciembre
de 2021
viernes, 3 de diciembre de 2021
LA DAMA Y EL COLIBRI
LA DAMA Y EL COLIBRI
¡Buenos días! ―Balbucee
levemente, impactado con la esplendorosa belleza que tenía frente a mí.
Su vestimenta brillaba
como un ángel. Llevaba una ligera chaqueta crema sobre una blusa blanca, sus
pantalones cremas y unos zapatos altos que la hacían ver muy hermosa.
Por un momento pensé que
era un ángel moderno, en su carroza blanca de vidrios polarizados y con marca Ford.
Abrió la puerta del vehículo
y trató de sacar algo del asiento trasero tropezando levemente con el piso de
la banqueta. Las “zapatillas” eran como de 10 centímetros de tacón y hay
que tener un equilibrio bueno para andar en ellas.
Se repuso con seguridad. Tomó el portafolio que pretendía sacar del auto y cerró la puerta.
Sentado en el jardín por
la tarde, no muy tarde, el pasto verde, fresco, el aire mecía las hojas
de los árboles, el verde en su máximo esplendor.
Unas nubes blancas, muy blancas, como la mirada del ángel de la mañana, surcaban el cielo. Las abejas y avispas succionaban la miel de las flores. Los platanares mecían sus hojas gigantes como abanicos.
Las frutas del zapote, algunas en el suelo despedían su
olor y las aves felices de comer tan dulce manjar.
De repente, ágil,
batiendo sus alas, introduciendo su pico, una y otra vez, un colibrí saboreaba
el néctar de las flores, se perdía en su vuelo. Era tan rápido que apenas, en su
pequeñez, lo pude observa. Sus colores brillaban con la luz del día. Y así como
llegó desapareció.
Me puse a meditar sobre
esta visita hermosa del ave.
Dicen que los aztecas
consideraban el ver un colibrí como un aviso de un ser amado que te está
visitando, que viene decirte que ellos están bien.
También dicen que
significa algo para los humanos que luchan y se esfuerzan.
Un colibrí, jamás deja de
batir sus alas. Ese esfuerzo constante por volar, por no cejar de buscar. Símbolo
de perseverancia y de no dejarse vencer.
Esa conexión divina de la
luz, el color del arco iris, el blanco de las nubes y el blanco de su
vestimenta. Ese ángel que vi, que no sé si lo volveré a ver. Tal vez era un
espejismo dimensional que creí ver.
Aunque recuerdo sus
tobillos resaltados por el contorno del diseño de sus zapatos altos y el rubio
brillar de su cabello que casi le caía en los hombros.
Entre el colibrí y ese
ángel, la belleza se quedó en mi mente ese día. Me endulzaron la vista ambos. Alegraron
mi alma para enfrentar la vida.
Y aquí estoy y aquí sigo,
buscando cada vez entre mis letras la inspiración terrena que también es
divina.
Ella me miró…
―Buenos
días―respondió
y con un leve gesto de cabeza se despidió con una suave sonrisa segura de sí
misma. Extendió sus alas y voló para seguir soñando que algo de miel se puede
extraer de la vida.
―
¿De quién hablo? ¿De ella, el ángel de la mañana o del colibrí?
¡No lo sé!
A.R. Barrios
Veracruz, Ver.
Diciembre de 2021
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