miércoles, 22 de diciembre de 2021

LOS CANTANTES Y EL TOQUE DIVINO

         La línea, de producción estaba en movimiento. La banda transportadora con motores imaginarios.

    Los ángeles sin pies flotando, observando la salida del producto terminado.
    Los rostros sonrientes, morenos, sonrosados, negros, sus miradas dulces, inmaculados, con sus pequeños cuerpos, moviendo sus manitas y pies.
    En la parte final, el Creador, observando atento.
    Con su dedo indicaba el destino de cada ser. A algunos, los tocaba en su frente, otros en sus pies, otros en las manos y a otros en la garganta.
    Estos últimos traían el toque divino de su voz. La misión, también de hacer vibrar sus voces para la transformación de la gente.
    Unos cantarán primero, desde niños, y desde ahí, manifestar al mundo el mensaje que traen. Algunos, ya en la tierra, desde niños mostraban su don, ensayaban todo. Toreros, deportistas, bailarines, actores, traviesos pero...
    En lo íntimo, en sus sueños cantaban.
    Voces agudas, graves, medias, tenores, sopranos, contraltos, mezzosopranos, haciendo vibrar el alma de quienes les escuchaban. Tenían el toque de Dios.
    Dicen que la voz es poderosa, creativa, por eso hay que cuidar lo que se dice.
    Por todo el planeta han sido repartidos. El público los escucha y se embelesa. En cada nota entregan un beso de Dios. Pará eso fueron enviados.
    Cada uno, pasa por la vida entregando su canto. Mi padre entre ellos.
    Nunca hizo otra cosa. Mi madre en su desesperación por alimentar a sus hijos y este bohemio no servía para trabajar. Cumplió su misión.
    Me dejó sus lecciones, saber quién lo hace bien al menos. Conmover con la voz y la música, ese ensamble celestial que se torna hasta de colores.
    Hoy te recuerdo. Esas noches frías cantando, los aniversarios con tu voz, bellas mujeres despertadas por sus amantes al sonar la canción de amor en medio de la noche. Llorar con una interpretación. Sobrecogerse y entregar el alma en una canción.
    Gracias Padre por tus canciones.

    Imagino que ahora cantas al lado de Pavarotti, Mercury, José José, Caruso y otros en el mismo nivel.
    Allí no hay representantes, ni intereses económicos. Allí sólo debes seguir haciendo lo que siempre te gustó y para lo que fuiste enviado.
    Espero verte cuando vuelva al hogar. Te haré segunda, ya sabes que no llego a más.
    Te amo siempre por todo el universo.
A. R. BARRIOS
Veracruz, Ver. Diciembre 2021

Alejandro Betancourt Barbosa
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lunes, 20 de diciembre de 2021

DEMASIADO VIEJO

 

DEMASIADO VIEJO

Los aplausos se desgranaban desde lo alto del teatro, la gente gritaba emocionada ante lo que veía.

Una señora de noventa años, en el escenario estaba haciendo un desnudo, la música rítmica, como de cabaret. Sus ropas caían al suelo cuando todos pensaban que quedaría en su desnudes, su ropa con apariencia de piel le cubría y de su pecho salían unos colgantes que hacia girar con el movimiento de su pecho.

Ya nada podía detener la ovación, su alma feliz había contagiado al público, los aplausos eran estruendosos. En treinta segundo se ganó a la gente. Todo era risas y felicidad.

Algunos eventos de la vida toman unos segundos, hinchan el pecho, abren los ojos desmesuradamente, abrazan cálidamente sin tocar, las sonrisas se prenden de su rostro.

Otros en cambio son producto de una lucha constante, diariamente una búsqueda, pocos salen al escenario, unos caminan entre callejones por un mendrugo y otros arrastran cargas para ganar una moneda. Y no es debido a la competencia o capricho de la cornucopia, es la danza de la fortuna que el cielo o la inteligencia infinita guarda para los espíritus geniales, alegres.


Que saben transmitir una emoción y que, quizás, acarician las almas que ansiosas buscan ser amadas tan solo por una letra, un poema, una nota musical o una canción.

Quien escribe, se conecta, abre los portales de la inspiración y sin necesidad de una musa, pasa sus dedos por el teclado, una y otra vez, miles de letras que forman palabras hasta tener un mensaje o una idea.

Y cuando esa idea hace que el lector se emocione, sufra, se enamore, que apresurado pase las páginas de una novela o que repita la lectura de un poema para sentir o cuando alguien dice: es que mi hizo llorar.

Entonces el escritor se siente feliz realmente. No persigue aplausos, dinero, ni siquiera reconocimiento. Solo que alguien exprese que su piel se erizó, que le produjo enojo el destino de un personaje, que sufrió con el héroe de la historia o que deseaba que el malo de la trama ya fuera eliminado, que el mundo fuera salvado ante una amenaza y cuando llega al final de la historia, lee lentamente los últimos párrafos y…

El final no es lo que esperaba. El escritor ha diseñado tres finales diferentes. Por aquello de la piratería.

Este tipo de éxito no es instantáneo, como una canción interpretada por una gran voz o una danza donde de inmediato sabes que el bailarín es un dotado para eso. Pero la letra, esa tan sofisticada, con reglas, con sonidos y significados, esa que debe transmitir la historia, es otra cosa. Es diferente.

Conectar los hilos de la trama, los personajes con sus pasiones, defectos, debilidades, sus deseos, odios, rencores y que parece que no sucede nada. El escritor sale a la calle, observa la vestimenta de la gente, como se comportan, sus pleitos, las rutinas y entonces escribe para atraer la concentración de quien lee su trabajo.

Un mundo de fantasías sacadas de la mente de un individuo, muchas veces sin conexión con su realidad, pero también otras veces como experiencias de lo vivido.

En una esquina del universo, algo, alguien, como le quieras llamar, observa. Le permite esa conexión. Le envía mensajes, señales, y este, debe cosechar todo lo que llega a la mente. Cada historia tiene su final y aquí finalizo esta.

Para que la lectura continúe, para que no solo se guie el cerebro hacia imágenes o mundos virtuales electrónicos o de mundos Meta o robots implantados en su cerebro mediante tarjeta de 200 Teras.

Que exista el placer de pasar las páginas, de tomar el libro por el lomo, de meter entra las páginas un cartón señalador que recuerde donde se quedó la última vez que leyó. Recordar con placer haber leído a Cervantes, Murakami o García Márquez, Saramago con su ensayo sin comas ni puntos aparte, aprender algunas palabras nuevas o quedarse con la incógnita de algunas que nunca había escuchado.

Escribir es un arte y un don, quienes leen abren mundos gigantes, extraterrestres, universales, de colores y de música.

Esto ha sido un sueño y cada que escribo lo hago realidad. Lo mismo una aventura, un amor lejano, otro que se fue o uno por llegar.

Les dedico mi sueño, mis letras y que sirvan para que su conexión divina se logre. Que su alma permita la compasión y la bondad.

Hoy fue un día hermoso.

Nunca se es demasiado viejo para comenzar a hacer lo que llevas dentro de tu alma como ese regalo “gift” del Creador y que muchas veces has deseado compartir.

¡Vamos, enséñalo, compártelo!

Gracias por existir. Te amo.

A.R. Barrios

Veracruz, ver. Diciembre de 2021

 

miércoles, 15 de diciembre de 2021

PARADO VIENDO AMANECER

 

PARADO VIENDO AMANECER

Recuerdo que era luna llena.

Lo recuerdo bien porque su piel blanca brillaba y mis dedos recorrían su suave piel.

Ella dejaba en mis huellas digitales su marca, desde entonces perdido voy sin poder decir que tengo identidad.


Después giró, me miró con tristeza, se montó en una ola gigante, llena de espuma salina, dejó su fragancia de mar, tal vez por eso no me he podido alejar de este puerto, de sus playas, de su mar.

Quizá espero su regreso como barco añejo en su último viaje para poder zarpar.

Le vi su mano en alto como diciendo adiós y mis ojos mojados, rojos de tanto restregar mi puño sobre ellos para no llorar más, levanté mi mano también, pero por la tarde oscura, el sol se había ido ya, nunca pudo ver lo desolado que quedé.

Vuelve amor mío, he esperado muchos años, callé, aguardé, estoico sin poder decir nada.

Sigo aquí parado en esta playa, mirando el horizonte, viendo los doce mil amaneceres del tiempo que ha pasado.

¡Irremediablemente te amo, así, sin verte!

¡No sé cómo pudo suceder así y desde entonces me perdí!

Hubiera sido mejor la locura, que esta conciencia de ver la vida pasar y que pasó sin ti.

A.   A. R. Barrios.

Veracruz, Ver. Diciembre de 2021

jueves, 9 de diciembre de 2021

CERRAR LA NOCHE

 

CERRAR LA NOCHE

Cierro la noche para abrir el día. En ella se quedan los sueños, el campo mágico donde algunas veces te he encontrado, hasta me hablas y dices pequeñas frases que me reconfortan. Esa noche que al siguiente día regresaré a ella y tal vez ya no vuelva hasta perder la llave del candado que la cierre.


Abro el día, realizo todo lo que la vida impone, para sostenerme, para no olvidarte. Sé que el algún lado estás de este planeta. Una vez coincidimos, pero hoy estás muy lejos de mi ser. Entiendo eso y por lo tanto escribo. Expreso como llegas hasta mí, con tu lindo rostro, con tu voz y canto.

Nunca te olvido, tu no te vas. Siempre permaneces. 

Tus hermosos ojos marrones, las pestañas largas que producen vientos a mi alma. Tus manos suaves y tus dedos finos, sin ruido de calles, sin besos perdidos. 

Algo sucedió en mi tras tantos desvelos de pensar en ti que decidí un día que nunca te dejaron ir en mi cerebro.

No importa que en lo físico no estés, pero aquí en mi alma siempre habrás de permanecer.

Beso tu nombre, beso el día que te conocí. 

Lamento tanto haber perdido el rumbo en este océano de estupideces mías y que en la inconciencia ni siquiera percibí. 

Ojalá y pueda volverte a ver antes de cerrar la noche.

A.R.Barrios

Veracruz, Ver. Diciembre de 2021

viernes, 3 de diciembre de 2021

LA DAMA Y EL COLIBRI

 

LA DAMA Y EL COLIBRI

¡Buenos días! Balbucee levemente, impactado con la esplendorosa belleza que tenía frente a mí.

Su vestimenta brillaba como un ángel. Llevaba una ligera chaqueta crema sobre una blusa blanca, sus pantalones cremas y unos zapatos altos que la hacían ver muy hermosa.

Por un momento pensé que era un ángel moderno, en su carroza blanca de vidrios polarizados y con marca Ford.

Abrió la puerta del vehículo y trató de sacar algo del asiento trasero tropezando levemente con el piso de la banqueta. Las “zapatillas” eran como de 10 centímetros de tacón y hay que tener un equilibrio bueno para andar en ellas.

Se repuso con seguridad. Tomó el portafolio que pretendía sacar del auto y cerró la puerta.

Sentado en el jardín por la tarde, no muy tarde, el pasto verde, fresco, el aire mecía las hojas de los árboles, el verde en su máximo esplendor.

Unas nubes blancas, muy blancas, como la mirada del ángel de la mañana, surcaban el cielo. Las abejas y avispas succionaban la miel de las flores. Los platanares mecían sus hojas gigantes como abanicos. 

Las frutas del zapote, algunas en el suelo despedían su olor y las aves felices de comer tan dulce manjar.

De repente, ágil, batiendo sus alas, introduciendo su pico, una y otra vez, un colibrí saboreaba el néctar de las flores, se perdía en su vuelo. Era tan rápido que apenas, en su pequeñez, lo pude observa. Sus colores brillaban con la luz del día. Y así como llegó desapareció.

Me puse a meditar sobre esta visita hermosa del ave.

Dicen que los aztecas consideraban el ver un colibrí como un aviso de un ser amado que te está visitando, que viene decirte que ellos están bien.

También dicen que significa algo para los humanos que luchan y se esfuerzan.

Un colibrí, jamás deja de batir sus alas. Ese esfuerzo constante por volar, por no cejar de buscar. Símbolo de perseverancia y de no dejarse vencer.

Esa conexión divina de la luz, el color del arco iris, el blanco de las nubes y el blanco de su vestimenta. Ese ángel que vi, que no sé si lo volveré a ver. Tal vez era un espejismo dimensional que creí ver.

Aunque recuerdo sus tobillos resaltados por el contorno del diseño de sus zapatos altos y el rubio brillar de su cabello que casi le caía en los hombros.

Entre el colibrí y ese ángel, la belleza se quedó en mi mente ese día. Me endulzaron la vista ambos. Alegraron mi alma para enfrentar la vida.

Y aquí estoy y aquí sigo, buscando cada vez entre mis letras la inspiración terrena que también es divina.

Ella me miró…

Buenos díasrespondió y con un leve gesto de cabeza se despidió con una suave sonrisa segura de sí misma. Extendió sus alas y voló para seguir soñando que algo de miel se puede extraer de la vida.

¿De quién hablo? ¿De ella, el ángel de la mañana o del colibrí?

¡No lo sé!

 

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. Diciembre de 2021

Como Benedetti

       Te quiero bonita      Te quiero bonito      Te quiero dulzura      Te quiero con el alma      Mi corazón pierde el ritmo      Pierdo ...