viernes, 3 de diciembre de 2021

LA DAMA Y EL COLIBRI

 

LA DAMA Y EL COLIBRI

¡Buenos días! Balbucee levemente, impactado con la esplendorosa belleza que tenía frente a mí.

Su vestimenta brillaba como un ángel. Llevaba una ligera chaqueta crema sobre una blusa blanca, sus pantalones cremas y unos zapatos altos que la hacían ver muy hermosa.

Por un momento pensé que era un ángel moderno, en su carroza blanca de vidrios polarizados y con marca Ford.

Abrió la puerta del vehículo y trató de sacar algo del asiento trasero tropezando levemente con el piso de la banqueta. Las “zapatillas” eran como de 10 centímetros de tacón y hay que tener un equilibrio bueno para andar en ellas.

Se repuso con seguridad. Tomó el portafolio que pretendía sacar del auto y cerró la puerta.

Sentado en el jardín por la tarde, no muy tarde, el pasto verde, fresco, el aire mecía las hojas de los árboles, el verde en su máximo esplendor.

Unas nubes blancas, muy blancas, como la mirada del ángel de la mañana, surcaban el cielo. Las abejas y avispas succionaban la miel de las flores. Los platanares mecían sus hojas gigantes como abanicos. 

Las frutas del zapote, algunas en el suelo despedían su olor y las aves felices de comer tan dulce manjar.

De repente, ágil, batiendo sus alas, introduciendo su pico, una y otra vez, un colibrí saboreaba el néctar de las flores, se perdía en su vuelo. Era tan rápido que apenas, en su pequeñez, lo pude observa. Sus colores brillaban con la luz del día. Y así como llegó desapareció.

Me puse a meditar sobre esta visita hermosa del ave.

Dicen que los aztecas consideraban el ver un colibrí como un aviso de un ser amado que te está visitando, que viene decirte que ellos están bien.

También dicen que significa algo para los humanos que luchan y se esfuerzan.

Un colibrí, jamás deja de batir sus alas. Ese esfuerzo constante por volar, por no cejar de buscar. Símbolo de perseverancia y de no dejarse vencer.

Esa conexión divina de la luz, el color del arco iris, el blanco de las nubes y el blanco de su vestimenta. Ese ángel que vi, que no sé si lo volveré a ver. Tal vez era un espejismo dimensional que creí ver.

Aunque recuerdo sus tobillos resaltados por el contorno del diseño de sus zapatos altos y el rubio brillar de su cabello que casi le caía en los hombros.

Entre el colibrí y ese ángel, la belleza se quedó en mi mente ese día. Me endulzaron la vista ambos. Alegraron mi alma para enfrentar la vida.

Y aquí estoy y aquí sigo, buscando cada vez entre mis letras la inspiración terrena que también es divina.

Ella me miró…

Buenos díasrespondió y con un leve gesto de cabeza se despidió con una suave sonrisa segura de sí misma. Extendió sus alas y voló para seguir soñando que algo de miel se puede extraer de la vida.

¿De quién hablo? ¿De ella, el ángel de la mañana o del colibrí?

¡No lo sé!

 

A.R. Barrios

Veracruz, Ver. Diciembre de 2021

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