martes, 19 de noviembre de 2019

El pianista, Claro de luna

El silencio se fue haciendo, los murmullos callaron, la sala atestada y los oyentes ansiosos. Era su primera vez, era la primera vez o tal vez, la última vez. Nadie sabía realmente lo que sucedería.

Detrás de las cortinas, las manos se estrujaban, los dedos se comprimían, en un ejercicio de calentamiento. El rostro serio, concentrado. El frac impecable y la figura esbelta, su estatura, era evidentemente alta. El cabello le caía sobre el rostro, su frente amplia.

Sería de las pocas veces que hacía su presentación con un público numeroso. Sacudió ligeramente el cuerpo y se dirigió hacia donde el piano se hallaba, en medio del estrado, negro, sus letras en alemán al frente, la casa musical que le fabricó. Lo esperaba en silencio, no dócil, había que saber y ser virtuoso para su ejecución y el pianista lo era.

Sus pasos fueron seguidos con la vista de todos los espectadores y en su alma sólo deseaba hacerlo bien, los nervios, las rodillas temblorosas, deseaba que no se notara ese leve movimiento. Se detuvo súbitamente en el centro del foro e inclino el cuerpo a manera de agradecimiento previo.
Los aplausos, leves, se escucharon en el recinto. Mantuvo su posición observando a todos lados y nuevamente inclino el cuerpo para inmediatamente erguirse y dar media vuelta sobre sus pies y dirigirse al banquillo colocado frente al piano.


Observó las teclas, coloco sus manos en posición, el auditorio se fue callando hasta tener un silencio total y entonces...

Adagio sostenuto
Las notas emergieron, una tras otra, las cuatro sencillas notas, combinadas con sus octavillas, los bemoles y corcheas unidas formaron poco a poco una bella pieza, sonata número 14 para piano, decía el papel pautado frente a él. Escrito para interpretarse en Do sostenido menor (quasi una fantasia), conocida en alemán como Opus 27  No. 2 

Dedicada en su edición original a su alumna y decía en su dedicatoria: «Sonata Quasi una Fantasia per il Clavicembalo o Piano-forte composta e dedicata alla Damigella Contessa Giulietta Guicciardi da Luigi van Beethoven, Opera 27 No. 2. In Vienna presso Gio. Cappi Sulla Piazza di St. Michele No. 5.


 Allegretto
Alumna de quien se decía que estaba enamorado, el último romántico nunca lo expreso, su sordera incipiente le mantenía alejado de la gente y concentrado en producir las piezas que luego alguien ejecutaba. El maestro y su pelo enmarañado. Las noches en vela, la música sin oír adecuadamente, la inspiración tocando a su puerta. ¡Toc, toc, toc, toc! Era el destino y así llegó también su sinfonía.

Giulietta, poco a poco se fue adentrando en su corazón, el amor le explotaba y la conexión celestial le decía los sonidos, con sus treinta años, el maestro se fue enamorando y vaciando en las teclas los sonidos que desde la intuición le eran entregados. Le escribía a su amigo en una carta:

«Ahora vivo más feliz. No podrás nunca figurarte la vida tan sola y triste que he pasado en estos últimos tiempos... Este cambio es obra de una cariñosa, de una mágica niña que me quiere y a quien yo amo».

Y continuaba...

«Al cabo de dos años he vuelto a disfrutar de nuevo algunos instantes de felicidad y por primera vez creo que el matrimonio podría hacerme feliz, pero desgraciadamente no es ella de mi posición y no puedo pensar en casarme».

Un amor que se guardó y que con música expresó. 

Presto agitato
Las notas salieron, corrieron, tocaron, resbalaron, hicieron vibrar a la audiencia, que en 1802, escuchaba el lamento de éste, el último romántico. La pauta estaba por terminar, el sudor del pianista corría por su frente, producto de la concentración y su gusto elevado por lo que hacía. En cada nota entregaba un beso a esa amada que nunca pudo estar con él. Todo por una posición social.


La sonata, llegó a su fin. Claro de luna le decía la gente y así se le conoce hasta hoy, el maestro escribió su música para siempre y como todo ser extraordinario, su música lo es. Hoy viaja cruzando planetas, en los confines de nuestro sistema solar su novena, en complicidad con Sagan. Hasta que un oído lejano le escuche y exclame: 

¡Qué hermoso es este sonido!

¡Y eso que era sordo!

Fotos: Joaquín Vila Palmeros y A.R.Barrios

A.R.Barrios
Veracruz, Ver. 19 de noviembre de 2019



lunes, 18 de noviembre de 2019

Hoy

Hoy quiero perderme entre tus brazos. 
Perderme cómo en un sueño, de esos llenos de color, brillos, gente sonriendo. 

Hoy quiero perderme y vaciarme en tu piel, oler ese perfume tuyo que es tú olor, olor de tú nombre que me llena, suavidad que me entregas y hago mía. 
Hoy quiero besarte como si de tú boca brotara el elixir para mi vida, hoy quiero ser de tí.
Hoy deseo extraviarme como loco enajenado, caminar sin rumbo fijo,untar de besos tu cuerpo y tomarte toda, cargar los bultos de recuerdos vividos por tus suspiros que son míos porque emergen de tu pecho.
 Hoy quiero perderme totalmente hasta entregarte mi corazón.

A.R.Barrios
Veracruz, Ver. 18 de noviembre de 2019

Universo

¿Qué hay universo?
Mi universo eres tú.
Desde el alfa hasta el omega con el brillo de tus ojos. 

Con tus pasos siderales que acortan la distancia y más rápido que la luz. 

Una nebulosa que me abraza, que en su interior forma planetas y los dota de los gases necesarios para luego crear galaxias.

Una marca en el cielo que sirve de guía para los navegantes nocturnos intergalácticos. Para ellos siempre es de noche. 

Así, de esta manera mis sueños siempre, mis deseos siempre, el ir más allá. 
Así también mi amor por ti viaja sin pensar en nada más.

Foto: Joaquín Vila Palmeros

A.R.Barrios
Veracruz, Ver. 18 de noviembre de 2019

Como Benedetti

       Te quiero bonita      Te quiero bonito      Te quiero dulzura      Te quiero con el alma      Mi corazón pierde el ritmo      Pierdo ...