miércoles, 13 de abril de 2022

ESCLAVITUD 2022

 

Hay veces que quisiera escribir como Saramago. Romper todas las reglas ortográficas o no respetar nada de eso. Denunciar elegantemente este circo mundial donde abundan los ciegos y traidores, los duplicados del engaño.

Pero desisto de la idea. Estoy seguro de que Don José se sabia todas las reglas. Ese era su estilo de rebelarse de esta esclavitud.

Nadie se da cuenta pues viven en grandes ciudades hacinados. Tienen comodidades que pueden adquirir con el dinero que cobran por su trabajo. Viajan de un lado a otro acompañados por su soledad y sus miles de pensamientos sin sentido, arreglando el mundo o escuchando la radio donde un sujeto que no conocen, les modifica o manipula su conciencia.

Después de un día extenuante regresan a casa donde crean un castillo de ilusión, de cosas que o ideas preconcebidas y que al día siguiente desaparecen en medio del tráfico.

Existen y transitan de un lado a otro.


Algunos quieren romper las cadenas que los atan, virtuales ahora, pero sus actividades los vuelven a sumir en la cotidianeidad.

¡No tienen escapatoria!

Eventualmente, por tres días, una semana o quince días, los liberan y corren despavoridos a la playa, los de las grandes ciudades o la montaña los de la costa. Un cruce sin cesar en búsqueda de nada. Vidas vacías sin sentido alguno.

Quizá la vida no tiene sentido.

Van por los pueblos y ciudades tirando su inmundicia, después se unirán a una campaña ecológica para limpiar al mundo. En esta era de la estupidez.

Hacen alarde de comer vegetales y no comer carne, por la noche se pierden en la oscuridad del alcohol y entran a los antros a consumir drogas. Justificándose después ante cualquier critica de que el café y la cerveza también son droga. Tienen cerebros extraordinarios donde sus neuronas se conectan con la biblioteca mundial y saben hacer todo, pero no dejan la mugre de su droga letal.

¡Piensan que eso es libertad!

Los más viejos, se distraen con las noticias y con ello se creen eruditos de la política. Cuando en toda su miserable vida jamás se atrevieron a luchar o expresar una ideología. Mansos borregos aplanados de culo por treinta y cinco años. Otros corriendo por tener utilidades hasta se olvidan de si mismos. Un buen día les alcanza el tiempo y se dan cuenta que ya no hay tiempo.

¡Jamás tuvieron un cargo público!

Jueces inútiles de los que si gobiernan y que nunca los conocerán. Se cobijan con otros que dicen pensar igual y hasta pelean con sus amigos por diferir de esas ideas. Ambos están equivocados.

¡Nunca ven al tuerto que los conduce!!

Toman como real al payaso que comenta o al que fabrica las noticias. Manipulación consentida.

Es una tortura para estos, llevan siempre la angustia de tener la razón.

Su vida tan corta, desean trascender y en su desesperación, se agitan, convulsionan, pero no saben qué hacer.

 

Hoy revisé mis cuentas, noté que no tengo ni para comer.

Con la edad me cuesta más trabajo desarrollar mis actividades. Mover mi cuerpo. Cada paso es un dolor agregado.

Esto lo digo no para crear su compasión o su misericordia, no importa eso. Ya me acostumbré al dolor de 24 horas. Un día es un dedo, otro el pie, después la espalda y por la noche los hombros. Nada se puede hacer…

Solo el amor del que estoy consciente. Ese que siento por la inmensidad del universo, el milagro de la naturaleza, las estrellas infinitas, la vida de mis amigos, las palabras de mis hermanos, el silencio de los que no veré más y que espero encontrar en otro mundo de los muchos que dicen tiene el Padre celestial.

Un amor que llevo dentro, Es mi escudo y protección. No lo entenderían los que juzgan. El amor de mis amores viejos y que ahora son mis amigas amorosas y que me cubren de paz con sus buenos deseos. Con su caricia en la mañana, una llamada telefónica o un mensaje sincero.

¡Si, así siento estar liberado!

Cada día poseo menos cosas, es la primera parte del desapego. Ya entendí qué sigue. Quizá llegue la iluminación.

Una noche de estrellas, platicada, quizá con unas cervezas de más, en tranquilidad del campo. Su hombro me ayudó a levantarme de la silla. Eso es amor, un amor distinto que no conocía y que no pide nada.

Antes de dormir tomé un baño, las gotas cayeron sobre mi cuerpo tibias, el polvo del día de trabajo se resbaló y el perfume del jabón hizo el resto. Relajó mis músculos. Sequé mi cuerpo, me vestí en pijama y me dispuse a dormir. Era ya muy tarde, quizá de madrugada. El cinturón de Orión se había movido ya sobre mi cabeza.

Con el baño el efecto de la cerveza se diluyó y cansado entré en mi cama. Porque afortunadamente, tengo cama y no una banca en un parque. Un día escapé con cincuenta pesos.

Estuve, durante el día construyendo unos muros y una base para colocar un tanque calentador de agua. Cada movimiento de mis manos era un dolor. Al escribir esto es igual para mis dedos. Son punzadas intermitentes. Sé que cada vez será más complicado realizar trabajos manuales, hasta escribir. Por eso tengo prisa.

Extraño a mis amigos, hace mucho que no los veo. He visto a dos o tres, y cuando ha sucedido así, se alejan tres pasos por temor a la infección de un virus extraño que estudió cómo eliminar enfermos. Los que padecen cosas cardiacas o diabéticas corren más peligro. Un invento magistral para no cargar con los esclavos que ya no son útiles. Además de eliminar la responsabilidad de pagar las pensiones por tantos años de vida, si es que son longevos.

¡Muchos de han marchado!

Quizá me atreva a escribir sus nombres para que al menos durante un tiempo, en la red o la nube sus nombres sean recordados. Esclavos del consentimiento. En cinco años nadie se acordará de ellos. Sus nietos preguntaran cómo eran, otros expresan su ignorancia. Sus trabajos nadie los sabrá. Y en diez años su tumba será un espacio sin flores, solo yerbas y abrojos creciendo alrededor de la tumba o bien sus cenizas habrán volado a ninguna parte.

Los que viven se contentan con ir cada mañana al café, discutir los mismos temas, comer las mismas viandas. Y eso que ya están liberados de la esclavitud. Algunos no tienen ni idea de por qué siguen aquí. Pasean al perro, poseen colecciones de autos, casas lavadas y blanquecinas, otros pelean su existencia ante enfermedades, otros apendejados no sabemos ni qué hacer.

Se ponen a cuidar a los nietos, como si fuera una actividad sublime. Para que en quince años se den cuenta que los nietos crecieron, se fueron, se enamoraron, se casaron y ya ni se acuerdan de ellos. Un simple sillón reposet de regalo para que el abuelo suba sus pies, tal vez.

Y no porque sean egoístas. Fueron educados para ser esclavos económicos como sus ancestros. Estudia para que tengas un buen futuro. Mientras el futuro siempre es el mismo. Los continentes atiborrados por gente que padece su propia cadena y la besa para no perderla.

 

Todo por los hijos, dicen que fue por amor. Un amor condicionado por lo económico, amores prostituidos. Si me amas te amo. ¡Eso no es amor!

¡Todo lo que enseñaron fue a ser esclavos! Con la idea de la libertad de ganar el pan con el sudor de su frente, pero sin que alcance.

Las letras mayúsculas en su acta de nacimiento y los números en rojo son para dar validez al acta de conocimiento de embarque, de su nacimiento, y así los amos del mundo tengan un control sobre cada esclavo que camine sobre la faz de la tierra. De ahí tanto problema para emigrar, tanto requisito, tantas trabas para aquellos que desean una vida mejor. Pero…

Caen en ese otro país en lo mismo y más sofisticado en los países desarrollados.

A los amos no les gusta el desorden.

Ese número rojo en su acta de nacimiento determinará el futuro de cada ser. Ahora el reconocimiento facial y las calificaciones de buen ciudadano serán impuestas.

¡Bienvenido este mundo feliz! ¡Brave New World!

Desprenderse de todo. El desapego. Cuando ya no importa nada. La eutanasia, como Delón. Aburrido de lo mismo, sin esperanza de ver lo lindo. Le vendieron la fantasía del cine, del glamur y la fama. Quizá se perdió de otras cosas.

Aquí en mi rincón de dos horas de no hacer nada, pensando que hoy un amigo se liberó de su cuerpo. Buen tipo, buen amigo.


Me sujeto de árbol para superar un mareo.

⎻ «Descansa hijo, ya falta poco». Me dice mi intuición.

Quedan pocos afectos, espero merecer la iluminación.

En este dialogo interno de la loca mente. No para.


Me convertí en un perdedor. Perdí la esposa, los hijos, la casa, el auto, la profesión. Falta menos.

Y tendrán envidia de los muertos al ver las cosas que sucederán. Decía Nostradamus.

Aquellos excepcionales que nos quisieron ayudar. Otros que difieren, vociferan, se inconforman. Se exhiben en su pensamiento desnudos ante la gente, ante la matrix y esta los califica, denosta, castiga y si no se alinea…entonces lo matan.

Tampoco les agradan las rebeliones a los amos. Debes ser dócil. Aquellos que se rapan, se embriagan, se muestran rebeldes, reparten bofetadas, que desean cambiar el destino de la gente, aquellos que denuncian los excesos de los vástagos de la elite, etcétera.

¡Esos son eliminados!

Llego al final, espero no morir de hambre. Aunque más me angustia matar mi dignidad.

Tomaré un fresco baño, el agua fría, agradable después de un día de trabajo, caluroso y bajo sus rayos. El sudor moja totalmente mi ropa, hasta los calcetines. Lavar mi cuerpo antes del descanso.

¡Eso es felicidad!

 

A.    R. Barrios

 

Abril del 2022. El Texar Station County, Medellín de Bravo, Ver. México

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