La contradicción es algo que anida en todo.
El blanco y el negro. Arriba y abajo. Negativo o positivo.
Así con los años, con lo inexplicable del comportamiento. El amor sobrevive y nos hace contradictorios.
Podemos odiar a quien amamos. Podemos hacer cosas contrarias al amor.
Y así, él existe y sobrevive. La vida es maravillosa con amor. Así lo ha hecho conmigo, aún con contradicciones.
No hay día sin pensar en ello.
Hay días en que siento que estoy viviendo como una película, donde los momentos vividos me relajan. Hasta busco verle en alguna escena. O como si estuviera el amor sentado a mi lado.
¿Me estaré volviendo loco?
Tal vez sí. Quizá sea la manera de negar mi realidad.
Ésto le platicaba el ruiseñor al árbol y cantando, volaba y se posaba en las ramas del frondoso roble. Éste con sus ramas lo escondía de las miradas indiscretas.
Y el árbol embelesado le escuchaba cantar, brincar de rama en rama, respondiendo con el suave movimiento de sus hojas.
—¡Qué de historias más pude escribir!—le decía el árbol entristecido.
Y el ruiseñor voló sin saber a dónde ir, deslumbrado por otros árboles que se veían más frondosos que le invitaban a posarse en ellos.
A.R.Barrios
El blanco y el negro. Arriba y abajo. Negativo o positivo.
Así con los años, con lo inexplicable del comportamiento. El amor sobrevive y nos hace contradictorios.
Podemos odiar a quien amamos. Podemos hacer cosas contrarias al amor.
Y así, él existe y sobrevive. La vida es maravillosa con amor. Así lo ha hecho conmigo, aún con contradicciones.
No hay día sin pensar en ello.
Hay días en que siento que estoy viviendo como una película, donde los momentos vividos me relajan. Hasta busco verle en alguna escena. O como si estuviera el amor sentado a mi lado.
¿Me estaré volviendo loco?
Tal vez sí. Quizá sea la manera de negar mi realidad.
Ésto le platicaba el ruiseñor al árbol y cantando, volaba y se posaba en las ramas del frondoso roble. Éste con sus ramas lo escondía de las miradas indiscretas.
Y el árbol embelesado le escuchaba cantar, brincar de rama en rama, respondiendo con el suave movimiento de sus hojas.
—¡Qué de historias más pude escribir!—le decía el árbol entristecido.
Y el ruiseñor voló sin saber a dónde ir, deslumbrado por otros árboles que se veían más frondosos que le invitaban a posarse en ellos.
A.R.Barrios
Veracruz, Ver. 14 de febrero del 2018
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