EL AVE Y LA VENTANA
Dejé la ventana abierta,
como tantas veces lo hago en primavera o verano. Sin embargo, no todas las abro
en otoño o invierno.
Cierto día un ave
colorida entró por una de las ventanas que dejé abierta, quizá venía huyendo de
otra ave agresiva o depredadora. Algunas veces se ven en el aire autenticas
batallas aéreas, persecuciones como si fuera un F15 contra un mosquito japonés.
Él ave desconcertada, al
verse acorralada entró, pero este lugar es diferente, las cortinas, los
muebles, las voces de humanos, olores en la cocina, puertas que gimen en sus
bisagras, otra dimensión.
Se para en el borde del sofá y con sus frágiles patas se sostiene. Trata de recuperar el aliento, su pecho se hincha con el palpitar de su pequeño corazón.
La niña de la casa lo ve,
trata de agarrarlo, su instinto le hace volar y huye.
Solo que el cristal
traslúcido no es visible para él, por lo que choca inevitablemente contra el
vidrio, cae atontado un poco y nuevamente levanta el vuelo buscando otra salida
para otra vez, encontrarse con otra ventana cerrada y está vez, chocar con
mayor fuerza, de tal modo que cae casi muerto.
Hasta que una mano tibia
lo envuelve, le soplan en su pico, recupera poco a poco su conciencia, ¿será
posible esto?
La mano que va pegada a
un cuerpo se extiende, atraviesa una ventana, la palma de la mano se abre y
libera el ave y este, extiende sus alas vigoroso, escapa sin haber sido
prisionero nunca.
Y yo que observo, no
puedo dejar de pensar en todo lo que significa desear amar, chocar una y otra
vez sin encontrar, hasta que por fin encuentre tus lindas manos que liberen
este amor contenido para toda la eternidad.
A.
R. Barrios
Veracruz, Ver. Agosto de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario