sábado, 8 de febrero de 2020

A lo lejos, se fue

Su mano se deslizaba suavemente por su espalda, bajando hasta la cintura solo para soltar al final un suspiro y después...
Como el invierno pasó, así se fue, lo frio de sus respuestas, el rechazo acomodado sin sentido ni explicación, se fue suave como nieve derretida en la banqueta, sin volverse hielo, sin despedir su frio, solo me miró, dio la vuelta sobre sus talones y se fue. No me miró más.


Quería terminar, quería dejar de estar, deseaba alejarse más y comenzó por realizar actos torpes donde ni ella misma se justificaba, todo lo hacía con la intención de abandonar, de separar, de mediar espacios mayores para que las palabras no alcanzaran, para que las manos no tocaran, para que su aliento se enfriara, no recibir mas besos, no estar dentro de su mirada, ni de las miradas de nadie, así se fue como el invierno se va. Languido, triste, depresivo, con noches alargadas, con poco sol y menos calor. Solo quería irse, lejos, apartarse, donde crece la hierba magra, donde se alimenta el mar de tierras abandonadas.
Mirando al horizonte, la vi, poco a poco alejarse, hasta que su figura se hizo diminuta, hasta no distinguir sus rasgos.
Pasaron los días, luego los meses se acumularon de días de primavera floridos, de tardes de verano sudoroso, de otoño amarillo a la vera del camino, hasta que ya no se pudo más saber de ella, de su rostro con sus ojos claros o ¿eran oscuros?


La vida le dio sorpresas que sus decisiones le forjaron, alma triste, alma bella a la vez y sin embargo, incompleta.
¿Por qué no pudo ser feliz?¿Por qué la vida se lo negó, si ella sólo entregaba lo bueno?
El amor nunca llegó, los amigos se fueron, inexplicablemente lo poco que tenía lo despreció y se alejó, como las aves en abril pasan sin dejar nido o los cometas que rozan nuestra atmósfera desintegrandose, dejando una leve cauda de luz y no dura ni un suspiro.

¿La recuerdo? ¡Si! ¡Cómo olvidarla! Aunque hay muchas cosas que ya he olvidado, soy un viejo y ha pasado tanto tiempo de eso.

En ella puse mucho y le negué todo. Le amé tanto y le volví la espalda, le necesitaba y corte mis alas para no volar donde ella estaba. 
Ahora espera, tal vez, las noches se harán mas cortas, un nuevo amanecer vendrá. Hasta el día que la luz se apague, que la iluminación le alcance, el amor le abrace, que se llene de paz sincera, la turbulencia de su mente se apacigue y al amor, tan sordo, lo pueda entender sin más.

Perdone usted señor, pues no supe expresarme bien, quede corto en mi sentir, dejé para después lo que debí hacer y así sin explicación le dejé partir.

A.R.Barrios
Veracruz, Ver. 9 de febrero de 2020

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