ENTRE BILLY JOEL Y CREDENCE CLEARWATER REVIVAL
¡Así es cómo se entra al
estado de gracia!
Ese que tanto mencionan
las religiones y que también le llaman iluminación.
Ahí debemos llegar, aún
con nuestra debilidad de amarnos, de tener sexo, del lenguaje tan expresivo, de
llorar, de tener dramas, etc. Siempre y cuando podamos regresar a este estado
de gracia.
La música y las letras
ayudan, un beso lindo sin miedo ayuda, el sexo suave ayuda, un atardecer viendo
el sol caer ayuda, una caminata por la playa ayuda, tomar tú mano ayuda,
sorprenderme por la espalda en el café ayuda, ¿un abrazo? Ufff, me rescata de
los días absurdos que vivimos y deseo dejara atrás de vez en cuando.
¿Ya ves? Tú me haces la
vida un poema.
La tarde era muy soleada,
la temperatura agradable, el final del verano en Monterrey. Las clases de la
escuela iniciaban y se podía distraer un poco. Así que me dispuse a escuchar música.
—Oye Berna, ¿qué música está
de moda, tu que eres más chavo que yo?
—Escucha a Billy Joel,
respondió.
Puse ese disco de acetato de Casas de cristal (Glass houses) You may be rigth sonaba al inicio del disco, hoy las notas llegan hasta mí.
Poco a poco la música me
fue atrapando hasta descubrir que esa música era perfecta. Un cantante con voz
potente y letras con algún mensaje. Las notas altas y bajas, las octavillas
usadas en su piano.
De pronto me sentí
transportado por la luz, los sonidos, mi tranquilidad de estar en un suave sofá
y pequeño rincón del mezanine.
Mi curiosidad me llevó a tratar
de usar una vieja consola que años atrás había visto en casa de sus padres de
mi amigo. De esos enormes brillantes del poliéster aplicado o bien la formica
usada en fabricarlo. Con departamentos para guardar los discos, y una gran tapa
que cubría el área donde la tornamesa estaba. Marca Stromberg Carlson. De luxe
decía en letras doradas al frente.
Estaba desconectada, quería
escuchar el disco con mayor volumen y calidad. Me dispuse a conectar la consola
(así les llamaban) y de inmediato la encendí. Sólo escuché un pequeño ruido, vi
un leve chispazo y después humo.
—¡Se quemó un bulbo! ¡Eran
bulbos!
Era tan viejo ese aparato
que no resistió más. Aquí, al tiempo, una disculpa. Era un recuerdo de sus
padres, guardado en un mezanine, lleno de polvo. Tal vez eso ayudó a que se
produjera un corto en el bulbo.
Los años pasaron, construí
un pequeño hotel. Un lugar en medio de la naturaleza, buena idea. Sólo que se
me ocurrió pedir un préstamo al banco. Ahí se jodió todo. Pero el punto no es
el fracaso del proyecto, sino que una de las tardes, al terminar el día,
después de trabajar, sudar como loco, cortar madera (eran unas pequeñas cabañas)
meter tornillos y clavos de a montón, me dispuse a emprender el regreso a casa.
70 kilómetros.
Me cambié de camiseta, la
otra empapada de sudor y apestosa, guardé mis herramientas y entré al auto. El
regreso en solitario, los cristales arriba, encendí el motor, el aire
acondicionado y también el radio reproductor, la memoria USB estaba en la canción
She is a woman, de Billy Joel.
Nuevamente, pero ahora
más acentuado, me llegó la música, la luz exterior, a naturaleza, las flores de
los robles cayendo, el sol magnífico, el entorno tranquilo del viaje, y algo
más, hicieron que este viaje fuera diferente.
No recuerdo todas las canciones
de un viaje hermoso en treinta minutos, pero sí que me sentí pleno, feliz,
satisfecho de lo realizado, no por la posesión, sino por lo actuado.
Sentí que en ese momento
algo sagrado me invadió y hoy después de algún tiempo sigo buscando momentos
así, llegarán seguramente. Cada día me acerco más a la naturaleza y ahí me
siento abrazado. Es suficiente. Quizá los mosquitos fueron creados para no
sentirse tan chingón, Je je je.
La música me mantuvo bien,
lejos de drogas, ahora me ayuda a entender a la cerveza.
¡Eyy! Allá se escucha una
canción.
Me acerco a la zona donde venden equipos de
sonido en Laredo, Tx.
Era mi padre o el Trio
donde mi padre siempre cantó, su enorme y grave voz era un masaje para mi alma,
cada cumpleaños me encantaba escuchar su serenata, las mañanitas, ofrecerle un
poco de brandy a él y sus compañeros era suficiente.
Un año no tenía dinero,
pero si como cuatro botellas de mezcal, se los tomaron todos. Porque para
todo mal un mezcal. Creo que iban con mucho mal. Siempre transportados en
el sonido de sus cuerdas y sus voces, hicieron lo que les gustaba hasta el
final. Nada que reprochar. Gracias Dios lo tuve cerca, me cantó, canté con él.
Y se acerca el final, las
voces roncas, el country bayú extendido hasta México, era algo
diferente.
Las mujeres procuraban usar botas vaqueras, las piernas rectas, los jeans ajustados, su grácil figura, flaca quizá. Mis ojos la vieron venir mientras en el salón vaquero Credence Clearwater Revival sonaba con It´s just a thought, el bajo transportaba con su sonido acompasado, marcando la entrada de la batería y el órgano, las limitaciones electrónicas de la época les hacían ser precisos.
Observé sus botas, su
pequeño cuerpo, la levanté de la silla donde recién se había sentado, echo una
leve carcajada, sentí su cintura y ese agujero que se forma en la espalda por
la columna y después ya no quise separarme de ella. Me atrapó y eso que sólo
fue la música. Imaginé su amor, su cercanía, su rosada piel, sus besos que
nunca había tenido. La busqué, habitaba con una bruja que la tenía en un
castillo lejano, se dejó crecer el cabello como Rapunzel, de vez en cuando
pasaba por su camino para verla.
Hace ya tiempo no la veo,
dicen que se transformó. Dicen también que me anda buscando. Tal vez ya nos
hemos visto.
¿De las botas vaqueras, Billy
Joel, Credence Clearwater Revival, y mi papá no he sabido más?
Claro que sí, eso lo
llevo en mi corazón.
A.R. Barrios
Veracruz, Ver.
Septiembre de 2021
E inicie el recorrido como un letargo de sueños y realidades ..entre en veredas de sentires encontrados y la imaginación furtiva se acompaña ...muy emotivo
ResponderEliminarMuchas gracias
EliminarSaludos Brother, te lei en un descanzo del día con día
ResponderEliminarfue buena epoca esos 60`s después los mexicanos de Mana..