viernes, 10 de noviembre de 2017

Era francesa

¡La vi, era francesa!
Su perfil hermoso, bello contorno de su rostro.

Los cabellos rubios, castaños, le caían sobre su cara, leía algo con ilustraciones. Su vestido con flores amarillas le asentaba las lineas de su cuerpo, era como una mariposa brillando por la noche.
Sus manos como alas, suavemente se movían, desplazaban cada página del libro sobre la mesa. Usaba gafas para leer y eso le daba un toque sensual a su actitud.

Pasaba veloz, sus piernas torneadas, su mirada lánguida y solitaria.
Me acerque, me dejó cantarle al oído dos canciones. Cada melodía fue entonada con dulzura pues no me despertaba hacer otra cosa que besarle, decirle lo bella que es y que su presencia hacia refulgir los rincones de la terraza.
Nos tomamos una copa de vino, ella sorbió lentamente y yo la veía soñando en más.

Hubiera querido detenerla, disfrutar más su mirada, sus pies hermosos que apenas pisaban el suelo, pero sus alas eran emoción y ¡voló! Rápida, veloz, su vestido de flores amarillas se movió al ritmo de ella. Dejó tras de si, su olor a flores, flores amarillas. 
Por su espalda solo alcancé a ver sus cabellos que suavemente se movían con ella, como olas suaves que llegan a la playa.
Volveré al mismo sitio, quizá la vuelva ver volar hacia las mismas flores, con su vestido de flores amarillas.

A.R. Barrios
Veracruz, Ver. 10 de noviembre del 2017

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