sábado, 18 de noviembre de 2017

¡Hoy al ocultarse el sol morirás!

Eran casi las 5.00 de la mañana, estaba oscuro aún y aunque sentía ligeramente despertar, también seguía experimentando el dormir, de esos estados intermedios de conciencia. Casi dormido o casi despierto Jorge Fanreza no lo podía creer.


Se revoloteaba un poco en la cama para tratar de sumirse un poco más en el dormir, de repente comenzó a experimentar como un sueño o ¿fue realidad?

Se presentó ante Jorge, al borde de su cama un ser brillante, luminoso, rodeado al fondo de la oscuridad de la noche. Le miró muy lentamente, no hizo ningún movimiento de sus labios y su mirada inexpresiva dejaba ver sólo un pequeño brillo, no sabía quien era. Recordó su voz, pero no lo escucho decir nada, ni abrir su boca para hablar. Tal vez era dentro de su cabeza que el sonido se escuchó y así lo interpretó...


¡Hoy al ocultarse el sol, morirás!Sentenció el ser.

De una manera, se puede decir dulce, le espetó tal frase, desapareció frente a él. Se restregó los ojos como queriendo aclarar si estaba despierto o dormido. Volteó hacia la ventana y vio la luz tenue del clarear del día.

Inmediatamente pensó «¿lo soñé? o fue real»

Era una sentencia demasiado fuerte para no hacer caso.
«Pero, por qué debo preocuparme, fue sólo un sueño se dijo».

Sin embargo, desde ese momento las cosas cambiaron para él.

Ah, perdón, soy Gabriel y les estoy narrando lo que sucedió ayer en la ciudad.


En otro lado de la ciudad, a las 5.00 de la misma mañana...


¡Hoy al ocultarse el sol, morirás!Repitió la frase el Ser.

Quien recibía la noticia era la Señora Lulú Muchavisión, muy afamada adivinadora que aparecía en los noticieros de la televisión. Fue tal su impresión que rápidamente se metió en la sábana aún más y se tapó hasta la cabeza, como queriendo ocultarse de este ser, brillante, luminoso, impasible.

Rodeada de velas, sábana color púrpura, candelabros de siete velas, una calavera sobre su mesa de noche. algunos rosarios colgados en la pared, retratos de Baphomet, Jesus, Shiva, Buda, Thor, colgaban también y la luz mortecina era su ambiente.

Poco a poco, recuperó la calma y muy lentamente fue bajando la sábana hasta descubrir su rostro y el ser... ¡ya no se encontraba frente a ella, se había marchado! 

Sus nervios de inmediato la activaron, corrió frente al espejo y se miró intensamente, sin contener el diálogo mental, comenzó a hablar en voz baja, como diciendo cosas a sí misma.

¡Ay Dios mío! ¿pero cómo yo voy a morir hoy?

Ella acostumbrada a todos esos temas esotéricos, que veía las cartas adivinando el futuro de los incautos que le caían debido a su fama, ella que leía los horóscopos anunciando cada signo zodiacal y sugiriendo a los espectadores su actuar ante el destino, ahora ella...¡estaba ante su propio destino!

Misma hora...

En un barrio o mejor dicho fraccionamiento exclusivo de la ciudad, a la misma hora. Don Próculo Muchorobo, se disponía a quitarse la ropa. Recién llegaba a su casa para dormir después de una noche de fiesta. En la cama ya dormía su esposa, cubierta con una bata de seda importada y el aire acondicionado funcionando al nivel programado para todo el día, era aire acondicionado integral para todo el departamento. 


La familia (Don Próculo y la señora) ocupaban un piso de 150 metros cuadrados. Su sala enorme con vista al mar, la cocina integral con desayunador con cubierta de granito, traída de las montañas de Carrara. En su comedor sobre la vitrina un colmillo de elefante perfectamente labrado, importado de Asia (que importa el país, la cosa es matar al elefante para hacer esta artesanía depredadora).

Sentado, en el vestidor, con mucho sueño, casi dormido sobre la silla, como un zombie, se quitaba los zapatos, desanudando las correas de los zapatos, con su vista hacia el suelo, Don Proculo, solo alcanzó a decir: 

¿Cómo entraste a mi casa?

Y se escuchó, ahí en el vestidor, la misma sentencia:


¡Hoy al ocultarse el sol, morirás!

Don Próculo cerró sus ojos un instante para reaccionar, con violencia por supuesto, trató de levantarse para tomar la pistola del cajón del guardarropa donde la tenía oculta pero sus fuerzas no le alcanzaron para levantarse.

Suavemente el Ser luminoso levantó su diestra, como indicándole tuviera calma y que no se levantara. Dió un paso hacia atrás y desapareció al instante.

Don Próculo, solo había alcanzado a quitarse un zapato. De inmediato corrió al lado de la cama y zarandeó a su esposa para despertarla y comentarle lo sucedido.

Este hombre poderoso, no sabía qué hacer cuando estaba desposeído del poder, como ocurrió esta mañana. Su temple dejó de existir. En el piso del closet, un charco revelaba su incontinencia.

Por toda la ciudad, esta sentencia fue repartida a casi todos los habitantes. Esta nueva Sodoma y Gomorra, estaba sentenciada y nadie sabía quienes habían sido notificados de tal destino. Porque no a todos les fue dicho. Algunos durmieron tan plácidamente que alcanzaron para programar sus actividades del día. Un hermoso día soleado, de otoño con la temperatura agradable y como para disponerse a pasear.

Por supuesto que nadie comentó su destino excepto los avisados.

Mismo día 6.00

El sol emergió espléndido, la gente en la ciudad se desplaza por diferente rumbos para llegar a su trabajo o actividades por hacer. La consigna diaria es esforzarse para obtener dinero con lo cual llevar comida a casa, pagar las deudas que se contraen, acumular riqueza realizando negocios, en esta maraña de deseos por tener, únicamente tener. Aunque el grado de tener, depende de la necesidad de la gente o bien del deseo de superación o acumulación de cada ser de acuerdo con sus ambiciones.


Don Próculo del susto, no ha podido ni dormir. Su conversación con su esposa fue tajantemente cortada por ella.


¡Ay viejo ya duérmete!

Sin embargo, su cerebro trataba de asimilar la noticia recibida. Su pensamiento acostumbrado a tomar decisiones empezaba a clarearse.

«¡Bien, ésto fue real! Lo vi con mis propios ojos y además lo escuché. ¿Era un ángel?¿De cuando a acá le avisan a uno que va a morir? ¿Y si ésto es real que voy a hacer?»pensaba para sí.

Rápidamente, se dirigió a su oficina. El departamento contaba con área especial para ello y se sentó frente a su escritorio de cubierta de laca. Abrió uno de los cajones, extrajo documentos de esos que expiden las notarias y lentamente leía cada portada. Por fin encontró el que buscaba: "Testamento del Sr. Próculo Muchorobo en favor de...." y toda la retahíla de hijos a quienes dejaría sus bienes en tal caso.

Con su dedo fue siguiendo lo escrito en el documento y...

«Debo juntar a mis hijos hoy mismo para informarles de ésto y de mi destino al caer la tarde»

—Continuó en sus cavilaciones.

Lentamente, en cada paso su cerebro concebía mil pensamientos. 
«¿Por qué yo?¿hice algo malo?¿si siempre me he preocupado por la gente?» (para estos sujetos sus actos que derivan en explotar a la gente no hay escrúpulos y por lo tanto lo que hagan es bueno a los ojos del Creador).

¡Oh Dios!estrujó sus manos sobre el escritorio.

9.30 de la mañana


¡Gudelia! Levántate, debemos hablar!ordenó.

Como impulsada por un rayo, Gudelia Muchogasto, esposa de Don Próculo Muchorobo, se sienta al borde de la cama.

¿Qué es lo que quieres hablar, ya me despertaste y anoche nos desvelamos con los Caradura (otra familia de alcurnia de la ciudad) y tal parece que te vas a morir con tanta urgencia?

Le atinó al clavo la señora Gudelia. La cara de Próculo se distorsionó de inmediato, como agarrando valor para lo que iba a decir.


Amor...el rostro de Gudelía no cabía de asombro, hacía cuarenta años que no le decía amor. 

Hoy recién llegamos a casa se me apareció un ángelbalbuceó Próculo.


¿Un ángel?¿Cómo que se te apareció?¿Cómo sabes que era ángel? ¡Además nunca me dices amor!—Espetó la rubicunda mujer.

Una vez que una mujer empieza a hacer preguntas, no se detiene, parece la Gestapo pero de la era de la informática.

Amor, sé que no me comprendes pero es verdad, se me apareció un ángel y me dijo que hoy por la tarde, al caer el sol voy a morirsoltó su frase como queriendo encontrar consuelo entre los brazos de la esposa.


¿Cómo que no te comprendo? (acto siempre instantáneo de responder de una mujer al sentir que se le dice tonta, sin intención claro) ¿Un ángel?¡ Lo nuestro es la droga poderosa, deja de fumar esa hierba que es para la plebe, estás drogado!¡Que vas a morir?¡chécate el testamento y deja todo en orden, no quiero andar haciendo trámites de papeles y que me quede sin nada a la mera hora!


Continuará...

A.R.Barrios
Veracruz, Ver. 18 de noviembre del 2017

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