domingo, 22 de octubre de 2017

Vivir en Canadá. Otra cosa Capitulo 1



Cuando egresé de mis estudios profesionales, parado frente a un pizarrón de avisos de mi escuela, leí un anuncio que decía, más o menos así:

"Trabajo en Canadá"


En verdad, no recuerdo dónde eran los informes, ni quién los daba, pero ese anuncio penetró en mi cerebro como si fuera una semilla dejada por algún faraón en una pirámide, que duerme por siglos y que quizá algún día despertaría.


Fue así como el sueño comenzó, porque con los años, siempre observé con admiración y respeto el avance de ese País, que se presentaba ante el mundo como un gigante económico, miembro del grupo de los ocho grandes y sobre todo con la justicia social que en mi País, según yo, no existía o bien faltaba por desarrollar.


Ya ven Ustedes que nuestros gobiernos se esmeraron por ser muy respetuosos de los ciudadanos comunes y corrientes.


Un País con la tecnología, la planificación, las exigencias de respeto al orden, la limpieza, la ley o como dice un gran amigo; semejante al paraíso en la tierra.



Un País con oportunidades de trabajo o de inversión, donde la injusticia no existía, es más donde los pobres no existen, así me dijo una niña Chilena que vivía con sus padres en Québec.


Cada día mi sueño se revelaba como algo posible, hasta que un día por fin, pude hacer un viaje al Canadá con mis hijos y pude conocer algunos lugares como: Niagara , Toronto, Wasaga, Orillia y otros pequeños pueblos cercanos a Toronto.


La experiencia fue fascinante, pues todo era esplendoroso, sus jardines, parques, la limpieza, orden, respeto por los peatones, los niños, las reglas para conducir, las reglas para los fumadores, la atención de la gente en los hoteles y restaurantes, etc.


Lugares con magnifico nivel de vida, pistas de autos, marinas con enorme cantidad de veleros y embarcaciones, restaurantes al aire libre, para el placer de disfrutar del verano, que por cierto es muy corto.



Seguido de un periodo de otoño lluvioso en extremo, donde no puedes salir a la calle sin automóvil pues de lo contrario pescas un resfrío de buen nivel y terminar con un invierno de perros, nevadas intensas y la suave promesa de la primavera allá por Febrero.


Los Canadienses, en primavera, se esmeran en arreglar sus jardines, traen de Holanda y otros países flores, pero sobre todo tulipanes, mismos que solo les durarán hasta el verano cuando todo se vuelve gris, sin hojas y bastante triste el panorama.


Esa realidad de conocer, fortaleció el sueño de emigrar, de tal vez algún día poder decir, soy Canadiense, por lo que representa pertenecer al primer mundo, al País donde no hay pobreza, no hay injusticias y donde el orden, el respeto y la limpieza imperan.


El sueño se volvió una obsesión cada día, pues después de haber conocido, uno se enamora de esas cosas, que quizá algún día, podremos tener en nuestro México, así es como los sueños crecen, por los deseos obsesivos y por las realidades observadas.

No existe comparación con nuestra cultura, nuestro amor por el caos, la basura, el desorden, la falta de aplicación de las leyes y aún así, las cosas que marchan con el increíble acierto de avanzar como País.

A pesar de estar en tasa cero, y que quizá se les olvide a algunos tontos, que con Salinas y De la Madrid estuvimos en tasa negativa, por causas totalmente imputables a efectos internos y no externos como ahora. Andan con una prisa sospechosa.


Cierto día, nuevamente, leí en un diario de Xalapa “Emigrar al Canadá, platica de información Gobierno de la Provincia de Québec”, esto desencadenó mis sueños y deseos y al cerrar mi oficina, donde trabajé durante 14 años en forma independiente, me dirigí a casa para prontamente poder platicar con mi familia la posibilidad de emigrar al Canadá.


La idea fue recibida como estupenda, rápidamente todos, inclusive los amigos, se unieron al sueño de que un jarocho emigrara al Canadá, al País de las oportunidades, al País donde casi todo es perfecto.


Rápidamente surgieron las preguntas ¿cómo hacerlo? ¿qué trámites?¿qué papeles?¿si de legal o de ilegal? 

Las historias de los que se han ido, las anécdotas de quienes tienen amigos viviendo allá y que ganan bien, que tienen buenos autos y casas muy bonitas, historias verídicas según ellos, los comentarios de bienestar, la envidia de la buena, etc.

Nada comparado con este país que nos vio nacer y que también tiene lo hermoso que Canadá tiene.

El sueño se trastocaba en realidad, la realidad de iniciar los trámites y de que algún día estaríamos viviendo ahí.
Cosas buenas como darle educación buena a nuestros hijos, cosas buenas como tener una pensión al ser jubilados o tener el respaldo del gobierno cuando faltáramos, etc.

El sueño se fortalecía día a día, cuando veía algo relacionado al Canadá en las noticias, de su inflación, de su avance económico, de las medallas ganadas en la olimpiada o bien de la derrota de nuestra selección de Fútbol frente a la de Canadá, me decía: ¡hasta en esto ya nos ganan!


Un buen día me compre una bandera del Canadá y la puse en una pared de mi casa para continuar alimentando lo que era mi sueño y que tarde o temprano tenía que lograr.

Volteaba y veía sus colores rojos, la hoja de Maple, casi como si fuera la bandera con el águila devorando la serpiente.

Así el sueño fue creciendo, cada día gastaba horas completas investigando en el Internet acerca del Canadá, de sus costumbres, de sus negocios, de sus pueblos, de sus ciudades, de su gente, hasta que caí en la página de la Embajada de Canadá en México y me puse a navegar en cada una de ellas, las leí tanto que me las aprendí de memoria.

En ellas encontré acerca de las profesiones aceptadas por ellos en los trabajos 
¿y qué crees?—.

¡La mía si lo era, que gran noticia¡


Encontré que no aceptan abogados, pero no por ser mexicanos, no ya sabemos que estos son honorables todos, y más si litigan y son políticos, pues así la influencia crece, tampoco aceptan veterinarios, ni agrónomos, de las que me acuerdo.

Ahí se menciona que cada profesión tiene una calificación o puntaje de acuerdo con el mercado del trabajo en Canadá y la mía tenía 10.
¡Increíble, que oportunidad!—.

Simultáneamente, inicié estudios de Inglés y Francés, en el Harmon y el la Alianza Francesa respectivamente ¡esto está fácil! ¡cualquiera lo puede hacer! me dije.


Encontré los formatos que había que llenar, los documentos que adjuntar, los pagos que realizar, los trámites previos, los costos de cada servicio, etc. Con todo este mundo de información ordenado, me sentí completo y decidí empezar la aventura.


Hasta que se iniciaron los trámites.....

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